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Categoría: Caminando en la fe
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La oración por sí misma se extiende más allá del deseo e involucra nuestra alma. Cuidado, no es poner la mente en blanco ni vaciarla

La oración no es vaciar la mente o ponerla en blanco ¡Ten cuidado!.

Algunos argumentan que, dado que Dios ya conoce nuestras necesidades más profundas, compartirlas con Él es redundante. En lugar de una humilde petición, algunos profesores sugieren vaciar la mente completamente. Proponen poner la mente en blanco y vaciarla de toda cosa, pero esto no es la oración.

A medida que se abandona la racionalidad, ellos proponen que la mente puede evolucionar más allá de sus estructuras limitantes. Para ellos, la catequesis y las enseñanzas de la Iglesia son útiles trampolines, pero el impulso de la mente hacia la nada llevará al alma a una consciencia iluminada. Ellos recomiendan simplemente ponerse en contacto con el impulso de la voluntad hacia el Absoluto.

En este silencio deliberado de todos los pensamientos y deseos, ellos prometen que la razón y los deseos pueden ser superados y abogan a caer en el misterio que se encuentra más allá de la experiencia personal de lo divino.

¿Poner la mente en blanco para la oración?

Algunos místicos usan un lenguaje que se asemeja al que estos profesores proponen, pero ellos no adhieren esto a su visión de la oración. Ninguna autoridad santa propone que la Trinidad es solamente la apariencia de Dios para los cristianos. Su visión de la oración no es ese vacío voluntario o un impulso hacia el absoluto no-personal.

El misticismo cristiano es intrínsecamente relacional. No somos nómadas aislados cuya mera intención es tener poder para moldear el mundo o incluso nuestras vidas.

La alienación del pecado y la muerte no define nuestra existencia. Nuestra oración no se cierra en nuestras propias intenciones e impulsos porque Cristo crucificado ha ganado acceso a nuestros corazones y sufrió su verdad.

Cristo abre el acceso a Dios para todo nuestro espíritu encarnado – desde las alturas de nuestra racionalidad y las profundidades de nuestra afectividad, desde la extremidad corporal más lejana hasta la misma sustancia de nuestra alma.

Ante la Cruz, mera intención e impulso no son suficientes. Una respuesta más completa y más humana es requerida. La Cruz es donde el amor del Padre y las oraciones de la humanidad coinciden, una oración cristiana se trata precisamente de este amor a manera de una realidad vivida.

Es una realidad vivida en una relación, en conexión con Dios y aquellos a quienes nuestro Señor nos da.

La oración es una relación viva con Dios.

A imagen y semejanza de la Trinidad, somos seres "en relación" con los demás y con Dios, y el poder de la razón está ordenada a estas relaciones personales y a la divina armonía que sólo Dios puede establecer en ellas.

A pesar de que es verdad que es el santo deseo lo que nos mueve a orar, la oración por sí misma se extiende más allá del deseo e involucra todos los poderes de nuestra alma, purificándolos y expandiéndolos más allá de la expectación.

De esta manera, la oración es la más alta y noble de todas las actividades humanas, la actividad que envuelve el libre involucramiento de las más altas funciones de nuestra inteligencia a su máximo potencial y esto, en los más importantes y vitales asuntos de nuestra existencia.

A los ojos de Dios, un pensamiento humano, lleno de fe, vale más que todo el mundo tangible. Esto es porque la oración, de una manera especial, es un acto de razón impregnado de gracia.

En este poder racional sanador y expansivo, el humilde pensamiento humano se eleva hacia la mente de Dios por la Palabra del Padre y se enciende en llamas por el don del Espíritu Santo.

A través de la razón elevada en la oración, Dios trae el alma y el mundo a armonía con Su plan divino. En una oración que es valiosa para Dios, la razón humana participa de la Razón Divina, la Palabra del Padre.

Una palabra humilde puede ser una cosa poderosa si es dicha de la forma correcta, en el momento indicado, y a la persona correcta por los motivos correctos. Esto es porque una palabra, incluso en un débil discurso humano, medita la verdad; tiene el poder de llevar la verdad con amor.

En la oración, esta meditación accede al misterio de Dios Mismo y Él usa esto para llevar a término Su gran propósito. Nunca te dejes llevar por una persona que te diga que la oración es poner la mente en blanco o que debe estar vacía. Si vaciamos nuestra mente ¿dónde queda Dios?

 
Adaptación y contenido agregado: María Mercedes Vanegas, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: Spiritual Direction

pildorasdefe maria mercedes venegasMaría Mercedes Vanegas, Nicaragüense viviendo en Alemania, soltera, ingeniera y - a ejemplo de San Francisco Javier - misionera en esta era tecnológica. Identificación evangelizadora: Ay de mí si no predico el Evangelio, pues muchos cristianos se dejan de hacer, por no haber personas que se ocupen en la evangelización

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