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Categoría: Reflexiones

Dios Padre es el amor perfecto y necesario que crea, sostiene y sana. Perfectamente engendrado y amado. Dios es fuente de la paternidad

Dios es la fuente de la paternidad. Una paternidad que realizó su más grande obra de amor en el mundo. Perfectamente engendrado y amado. La escena del Calvario cuando Jesús dijo desde la cruz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23,46) sirve como un pequeño catecismo sobre encomendarnos a nosotros mismos al cuidado amoroso del Padre.

"La genuina espiritualidad comienza cuando estamos preparados para morir. ¿Podría haber una manera más rápida de morir que dejar que Dios de forma a nuestras vidas en cada momento y acceder continuamente a Su acción?" escribió Fr. Wilfred Stinissen en su libro "En tus manos Padre".

El amor perfecto de Padre.

Cuando rezamos el Credo decimos "Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra". El desafío comienzo,¿Creemos verdaderamente que nuestro Padre Celestial es lo suficientemente todopoderoso como para vigilar todo las cosas visibles e invisibles, incluso en mi vida diaria? ¿Soy realmente un hijo del Padre?

Para mí, una de las más grandes consolaciones del Catecismo es la verdad de la Santísima Trinidad. La vida interior comienza en una aventura de comunión con Tres Personas en Una. Quien yo soy ante Dios el Padre es hijo, amado y capaz de amar en los ojos de Dios. El Padre revela nuestra identidad y dignidad.

A veces buscamos que nuestra identidad sea definida por el amor humano que no refleja el corazón de Dios. El amor humano imperfecto puede ocasionar inseguridad, lo que es común en la humanidad.

En su libro "La herida original", Fr. Benedict Groeschel escribió, "habiendo escuchado las confesiones de gente sin hogar en las calles de Nueva York así como a grandes Prelados de la Iglesia, nunca he conocido una persona que no tuviese inseguridades". La provisión del cielo para la inseguridad humana es el amor del Padre.

Cuando Jesús nos toma y nos lleva a una relación más profunda con Su Abba, hay una experiencia de amor divino que es verdaderamente distinguible de todo amor humano. El Padre Celestial es el amor perfecto y necesario que crea, define, sostiene, sana y nos dignifica.

La voluntad perfecta del Padre.

La voluntad divina del Padre es un misterio no para resolver sino para vivir. El Padre desea que descubramos Su voluntad para nuestra vida. Por medio de la gracia Él nos revela Su voluntad. Él tiene un plan, una misión única para cada persona y Él nos lo revela de muchas maneras. Hoy, Él compite con muchas distracciones: nuestra testaruda voluntad, el pensamiento mundano, los deseos carnales y las tentaciones diabólicas. Aun cuando conocemos su voluntad, tendemos a procrastinar, dudamos del plan o simplemente nos reusamos a ir en la dirección que Él nos pide.

Hay un cáliz del que el Padre nos pide que bebamos. Dado que mucho del cáliz amargo viene de otras personas en nuestra vida, puede que se nos dificulte reconocer que el cáliz viene verdaderamente de Él. Él es el Padre que no guardó a su Hijo Amado Jesús del cáliz amargo. Puede que nos preguntemos, "¿Por qué permite Dios Padre tanto mal y tanto sufrimiento? ¿Por qué no interviene?" Cuando vemos cómo el Padre ama a Su Hijo Jesús, aprendemos que el amor requiere sacrificios. El Padre sacrificó a Su único Hijo engendrado Jesús por amor a nosotros. Dios puso a Abraham a prueba: ¿Sacrificaría él a su hijo Isaac? Amor puesto a prueba por medio del sufrimiento, o incluso el sacrificio de la ruina completa no indica falta de amor de parte del Padre.

Fr. Stinissen explica "... San Pablo nos asegura que incluso la más grande de las catástrofes, es decir de los pecados, contribuye a la revelación del amor. Nada cae fuera del plan de Dios. Es por esto, que la tragedia del mundo, a pesar de todo su terror, no es de carácter definitivo. Todo lo absurdo de lo que la insensatez y la ceguera de la humanidad es capaz es capturado en el amor omnipotente del Padre. Él es capaz de hacer que incluso lo absurdo quepa en Su plan de salvación y así darle significado".

Nuestro Padre Celestial es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Él nos ama perfectamente cuando nos ofrece el cáliz o la cruz como medio de santificación. Nosotros no entendemos, solamente creemos y confiamos en que estamos en Sus manos, grabados en Su corazón, vivos en Su voluntad. Nada puede separarnos de Su amor (véase Romanos 8:38).

Reflexionando sobre el corazón de Abba: Cinco cosas acerca de la Paternidad Espiritual

1.- Dios es la fuente de la paternidad.

Dios Padre es el padre espiritual y todopoderoso de toda la humanidad y el principio y la fuente de la paternidad. Dios "nos cría" a todos; no hay huérfanos espirituales. El símbolo más convincente de la grandeza del amor infinito de Dios Padre por nosotros es el más preciado regalo de Su Hijo Jesús: "¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna." (Jn 3:16).

Jesús nos enseñó a llamar a Dios "nuestro Padre" y nos dio la Oración del Señor, "la más perfecta de las oraciones" (Santo Tomás de Aquino).

2. La paternidad espiritual del Santo padre.

El Papa es el Santo Padre porque Dios le confió las llaves de la Iglesia a cada sucesor de San Pedro, haciéndolo el pastor espiritual del Pueblo de Dios.

La Iglesia es una madre espiritual de las almas y los miembros son sus hijos. De igual forma, el Santo Padre es el padre espiritual de todos esos miembros. Los obispos, en unión con el Papa, son ordenados sacramentalmente para ser padres espirituales adicionales que perpetúan el amor, la vida y el trabajo de los primeros apóstoles ordenados por Cristo.

El Santo Padre es también llamado a ser padre espiritual de los obispos, quienes en cambio son llamados a ser padres espirituales de los sacerdotes y de todas las almas bajo su cuidado. De esta manera, el amor de la Trinidad se impregna en la Iglesia para dar a luz a generaciones de hijos espirituales.

3. La paternidad en el Sacerdocio.

El sacerdote es "otro Cristo", un novio de la Iglesia y demuestra su paternidad espiritual a través del servicio al pueblo de Dios como cabeza y pastor espiritual.

El sacerdocio es la única vocación por medio de la cual un hombre es marcado sacramentalmente con un símbolo indeleble que lo capacita para participar en el sacerdocio de Jesucristo, Sacerdote Eterno.

El sacerdote es ungido y se le otorgan poderes para ser un verdadero padre espiritual para cuidar y formar a los hijos espirituales, que a su vez son llamados a la santidad. El sacerdote "cría" hijos espirituales de la misma manera en la que lo hizo Jesús, evangelizando a los fieles (predicando y enseñando), ofreciendo sacrificios de su parte (la Santa Misa) y renunciando a su vida (muriendo a sí mismo en el servicio de los otros) para que los hijos espirituales puedan regresar seguros a la casa del Padre.

4. La paternidad común ganada en el Bautismo.

La paternidad espiritual de un laico Cristiano deriva de su identidad bautismal con Jesucristo.

En la vocación de un laico, los dones del bautismo se desarrollan en una manera en la que se refleja su paternidad espiritual. En el bautismo, un laico es sumergido en la vida y el amor de la Trinidad, y entra a la paternidad común de los fieles. Él es ungido para el deber de santificar (ayudar en la formación a la santidad), como Jesús lo hizo como Sacerdote. Es ungido para el deber de enseñar (formación espiritual), como Jesús lo hizo como Profeta. Y es ungido para el deber de pastorear, como Jesús lo hizo como Rey. Su responsabilidad primaria es con (aunque no está limitada a) su familia.

5. San José es el ícono de la paternidad espiritual de los laicos.

La paternidad espiritual de San José modela para todos los laicos el redescubrimiento del ideal masculino. Dios Padre le confió la vida de Su Hijo Jesús a un laico ordinario. San José no fue libre de pecado original y aceptó humildemente la autoridad que el Padre Eterno le dio de ser cabeza de la Sagrada Familia.

Jesús contó con el amor paternal, la protección y la formación humana de San José, en especial durante los años en Nazaret. San José modela el ideal de la vocación masculina para todos los hombres, para proteger el precioso don de la vida y para crear más vida, física y espiritualmente.

Así como San José fue un padre para Jesús, los laicos pueden ser padres espirituales de los sacerdotes apoyando generosamente de varias maneras a aquellos llamados al sacerdocio. En una cultura que está perdiendo el sentido auténtico de la masculinidad y la paternidad, esta faceta de paternidad espiritual es más que nunca necesaria.

Oración: En tus manos Padre

Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se cumpla en mí,
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor
de que soy capaz,
porque te amo.

Y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.
(Carlos de Foucauld)

Perfectamente engendrado y amado. Dios es la fuente de la paternidad, la fuente del amor mismo y que viene a nuestro corazón de una manera perfecta.

Traducción y adaptación: María Mercedes Vanegas, PildorasdeFe.net. Con información extraida de: Catholic Exchange

pildorasdefe maria mercedes venegasMaría Mercedes Vanegas, Nicaragüense viviendo en Alemania, soltera, ingeniera y - a ejemplo de San Francisco Javier - misionera en esta era tecnológica. Identificación evangelizadora: Ay de mí si no predico el Evangelio, pues muchos cristianos se dejan de hacer, por no haber personas que se ocupen en la evangelización

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