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Categoría: Caminando en la fe
Boletín diario del Evangelio de hoy por email

Entregar tus preocupaciones, tus dudas, tus sufrimientos a Dios es la mejor garantía y te muestra cómo afrontar los cambios de la vida

Si alguna vez haz hecho remodelaciones en tu casa, puedes tener alguna idea del caos que se empieza a generar dentro. Entre más arreglos necesites el nivel de desorden será más alto; y justo cuando comienzas a ver una parte terminada y piensas que ya estás del otro lado, la demolición comienza otra vez para traer las mejoras a otro espacio de tu casa. Esto es algo que peude enseñarte cómo afrontar los cambios en nuestra vida. 

La única manera de soportar todo este caos a tu alrededor es pensar en la hermosa casa que tendrás una vez terminados todos los arreglos, y solo ese simple hecho te ayuda a seguir viviendo entre cajas, polvo, constructores, retrasos y muchas cosas más que conlleva un proyecto de este tipo.

Cómo afrontar los cambios de la vida.

Pues bien, así como cuando remodelas tu casa, del mismo modo pasa también en nuestra vida interior, en el campo espiritual. Algunas veces las circunstancias son adversas y nos vemos forzados a cambiar nuestra visión, a renovar nuestra alma; otras veces Dios mismo nos ha llamado a la conversión.

En esos momentos nuestra vida se convierte en esa casa en remodelación; la señal más clara de que el cambio está a tu puerta es el caos que empieza a rodear tu vida, probablemente comiences a experimentar que todo es más difícil, incluso puedes estar experimentando un profundo sufrimiento, una perdida. Pero es precisamente en esos momentos cuando más nos debemos acercar a Dios.

Así como no encargaríamos las reparaciones de nuestra casa a personas sin experiencia, con mucha más razón los cambios en nuestra vida, en nuestro corazón, deben ser dirigidos por el dueño de la vida: ¡Dios!  Él nos ha dado innumerables armas para defendernos del mal, para levantarnos, para cambiar, para permanecer siempre en Su Gracia.

Los Sacramentos y la oración son la base de un crecimiento espiritual; un cambio verdadero solo puede ser fundamentado en la oración constante y en los Sacramentos. Si los ignoramos, estamos desvalorizando el amor de Dios, ese mismo amor que nos entregó a Su Hijo como prenda de salvación eterna. 

Es muy común que cuando nos enfrentamos a los problemas o nos hacemos consientes de nuestras faltas, los sentimientos de culpa o de incapacidad nos pueden impedir acercarnos al Señor, que siempre está a nuestra espera, pero cuando estos sentimientos nos invaden es cuando más debemos esforzarnos por llegar a sus pies.

Entregar tus preocupaciones, tus dudas, tus sufrimientos, tu deseo de cambiar a Dios es la mejor garantía de que saldrás victorioso al final.  Pues el mismo nos lo recuerda en su palabra:

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4,13).

Recibir la fuerza para afrontar los cambios.

Es de suma importancia saber en nuestro corazón que, cuando cedemos el control de nuestras vidas a Cristo, Él sabrá a donde llevarnos y que es lo que más nos conviene.  Y es más que seguro que no entendamos lo que sucede, que tengamos dudas sobre cuál debe ser nuestro próximo paso; y aquí es exactamente donde los Sacramentos y la oración entran a jugar parte de este proceso.

A través de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación,  recibimos la fuerza de Cristo vivo. Esa fuerza es la que te impulsará a levantarte día tras día, la que no te dejará bajar los brazos en los momentos en que la lucha se hace más intensa.

Muchos de nosotros no llegamos a conocer el valor incalculable de La Eucaristía, nos cuesta conciliar la idea de que estamos recibiendo a Cristo vivo en nuestro corazón, que Él mismo Dios se está uniendo a nosotros y por Él, por su fuerza, nosotros somos hechos nuevos cada vez que comulgamos.

La Reconciliación es ese puente que nos lleva de nuevo a Cristo que nos fortalece, que nos da ese perdón que necesitamos y que nos hace partícipes de Su infinita misericordia, de manera que nosotros nos convirtamos en fuentes de misericordia para quienes nos rodean.

La oración como medio para afrontar los cambios de la vida.

La oración constante nos ayuda a comunicarnos con Dios, a contarle nuestras penurias, nuestras angustias, nuestros resentimientos, nuestro deseo de cambiar; pero aún más importante, la oración nos enseña a reconocer la voz de Dios en la vida diaria.

La oración nos une a Dios, por eso entre más oramos, más abiertos estamos a escuchar y reconocer la voluntad de Dios. Pero la oración como cualquier hábito tiene que ser cultivada, y no me refiero a que tienes que hacer oraciones complicadas, o elaboradas.

Dios entiende hasta nuestros silencios, nuestras lágrimas y hasta las palabras que no alcanzan a tocar nuestros labios. Háblale con tus palabras, cuéntale cómo te sientes, lo que piensas, cuáles son tus deseos, tus intenciones, tus planes, y Él, en su tiempo y de acuerdo a su voluntad, comenzará a contestar tus oraciones;  pero como en la reparación de la casa, no esperes que todo se arregle en un día, la mayoría de las veces todo se hace más complicado antes de que puedas ver claramente una solución o un cambio.

En realidad cuando nos enfrentamos a dificultades o a una conversión verdadera, debemos prepararnos para trabajar duro, para esforzarnos, debemos esperar que sea difícil, nos costará. Pero si tenemos la mirada fija en Él, no perderemos de vista la meta, que para todos nosotros debe ser la vida eterna.

Además de prepararnos para afrontar los cambios de la vida y luchar, debemos tener siempre presente que nuestros planes y deseos deben estar sujetos al plan de Dios.

Redacción y edición: Alejandra Pertuz, PildorasdeFe.net

pildorasdefe alejandra pertuz firmaAlejandra Pertuz, Colombiana viviendo en Miami por los últimos 17 años. Madre de dos niñas, ama de casa, ingeniera. "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros". (Juan 15,16). Esta frase me empuja a enfrentar mi responsabilidad como cristiana

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