Con estas cinco sencillas pero muy poderosas devociones dirigidas a María, podrás hacerle frente a la batalla espiritual y luchar por tu alm
La vida es muy corta y las apuestas que jugamos son muy altas: la salvación o la condenación, las cuales son para la eternidad, por siempre y para siempre.
Estaremos con Dios, los ángeles, los santos y María, la Reina de los ángeles y santos en el cielo o estaremos perdidos para siempre en el infierno con el diablo y sus secuaces en el fuego que nunca se extingue. Estas son verdades eternas que se deben meditar todos los días para alcanzar la corona de la vida eterna en el cielo.
El gran obstáculo: ¡La batalla por la pureza!
Nuestra Señora de Fátima hizo este triste pero muy acertado comentario:
“La mayoría de las almas se pierden eternamente en el fuego del infierno debido a los pecados de la carne o los pecados contra la virtud de pureza”.
Nuestra Señora se le apareció a tres Pastores: a Jacinta, Francisco y Lucía en 1917. Desde entonces el mundo ha descendido a un agujero casi sin fin de inmoralidad e impureza.
Los jóvenes que apoyan la legalización y la promoción de la homosexualidad, el adulterio que se extiende como los incendios forestales de California, las películas que casi siempre están retratando escenas indecentes, la vestimenta inmodesta que provoca, las adicciones a la pornografía, la masturbación, los pecados contra el sexto y el noveno mandamiento van y vienen casi como un abismo infinito.
Santa Teresa de Ávila, Doctora de la Iglesia hizo este comentario:
“De aquellos que viven en pecado, no debemos sorprendernos por lo que hagan, si no de lo que no hagan”.
En otras palabras, afirma que la capacidad del pecado y su creatividad maliciosa no tienen límites, como el agujero infinito.
Sin embargo, en medio de un mundo inundado por el materialismo, la sensualidad, el hedonismo y el peor relativismo moral, nada está realmente mal, pero todo es permisible, siempre debemos tener esperanza. ¿Por qué? Porque por naturaleza todos somos los epítome de fragilidad y debilidad.
Sin embargo, Dios es un hombre fuerte, inamovible como una piedra. Como el arcángel Gabriel dijo a María en el relato de la anunciación:
"Todos es posible para Dios".
Para alcanzar esta virtud de pureza, todos debemos esforzarnos diariamente para que la maestra sea el catecismo de la Iglesia Católica y se enseñe claramente.
Me gustaría sugerir una práctica simple: una devoción amorosa, tierna y creciente a Nuestra Señora, consagrar todo nuestro ser a ella, especialmente nuestra pureza.
Este amor por Nuestra Señora debemos descubrirlo, cultivarlo y tratarlo de plantar profundamente en el corazón de nuestras familias, nuestros hijos y especialmente nuestros jóvenes que son asaltados constantemente cada día (y casi cada hora) con tentaciones impuras.
¿Qué podemos hacer? Me gustaría brindar cinco sencillas pero muy poderosas devociones dirigidas a María.
Nota: Nunca olvides que cuanto más ames a María, más amaremos a Jesús y a la Santísima Trinidad. María es la hija del Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Cónyuge Místico del Espíritu Santo. Ella es también la Madre de la Iglesia y nuestra querida Madre:
1.- Consagración a María.
Tan pronto como escuches el despertador y salgas de la cama, ponte de rodillas y consagra todo tu ser a Jesús a través del Inmaculado Corazón de María.
El Santo Cura de Ars dijo: “si empieza bien, terminarán bien”. El Fundador del Opus Dei, San José María Escrivá Balaguer, nombra el primer momento del día: “el momento heroico”. Si al principio conquistamos la carne y llegamos a Jesús a través de María, entonces será más fácil ganar las batallas subsecuentes en el transcurso del día.
2.- El Ángelus.
Adquiere el hábito de rezar esa hermosa oración mariana que el Santo Padre hace pública al mediodía de todos los domingos: el Ángelus.
Si es posible, reza el Ángelus tres veces al día: a las 9:00 a.m. para santificar las horas de la mañana a través del aroma de María. A las 12:00 p.m para santificar la tarde con el soplo de María y luego a las 6:00 p.m. para santificar la noche horas a través de la hermosa memoria y fragancia de María.
3.- Ave María contra la tentación.
Cuando eres tentado, especialmente contra la virtud de pureza, rápida pero de manera calmada, reza el Ave María. Al hacer esto, el puro Corazón Inmaculado de María expulsará la tentación.
El demonio tiene un miedo mortal al Santo Nombre De María, ¡y sobre todo a la oración del Ave maría! No se conocede nadie que haya acudido por su protección y haya sido desamprado
4.- Vive en la presencia de Jesús, María y José.
Santa Teresa de Ávila afirma que pecamos porque nos olvidamos de la presencia de Dios.
Si nos esforzarnos por vivir constantemente en la presencia de Jesús, María y San José, entonces el enemigo y el pecado no pueden entrar en nuestras vidas.
Es altamente recomendada la lectura de “el hermano Lawrence y la presencia de Dios”. Este humilde hermano alcanzó la santidad con esta simple práctica: la vida en presencia de Dios.
5.- ¡Un Rosario diario!
David tuvo que enfrentarse a un formidable enemigo: ¡Goliat! De acuerdo con las lecturas, David nunca hubiera podido derribar a este gigante en batalla. Las probabilidades estaban todas contra él.
Por decir, Goliat era más grande, tenía espada, lanza y armadura. Goliat tenía años de experiencia a su lado. Sin embargo, David fue confiando en Dios y con un lanzamiento de una pequeña piedra, golpeó al gigante y acabó a Goliat cortándole la cabeza con su propia espada (¡qué ironía!).
Con respecto a la sexualidad y la pureza, cada día nos rodean no solo un Goliat, ¡sino un gran ejército de Goliats! Hablando desde este punto de vista, en cuestión de apariencias parece como si nuestros jóvenes estuviesen condenados. ¡Pero no!
Podemos levantar nuestras mentes, nuestros corazones, nuestras almas y confiar en Nuestra Señora, rezando diariamente el Santo Rosario, ¡así la victoria será nuestra!
El rosario es el tirador y las piedras son los avemarías.
En conclusión, confiemos en Jesús, María y San José, si queremos conquistar el mundo, la carne, el diablo y alcanzar la virtud de la pureza.
Levantemos nuestro corazón, mente, alma y cuerpos al Corazón Inmaculado de María y la victoria será nuestra a través de su poderosa intercesión.