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Categoría: Caminando en la fe
Boletín diario del Evangelio de hoy por email

Podemos decidir vivir el Jubileo de la Misericordia con intensidad, integridad e intención y descubramos las formas de sanar las heridas

8 maneras de sanar las heridas durante el año de la Misericordia.

El 11 de Abril del 2015, el Papa Francisco se detuvo frente a la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro entregando copias de la "Bula de Convocación al Año de la Misericordia" a los sacerdotes de las basílicas mayores de Roma y a los oficiales del Vaticano. Dentro de la Basílica de San Pedro, extractos de la proclamación de 9300 palabras fueron leídas en voz alta y luego el Papa Francisco procedió a entrar en la Basílica de San Pedro para celebrar las primeras vísperas del Domingo de la Divina Misericordia del 2015.

En su homilía en las vísperas, el Papa dijo que proclamó el Año de la Misericordia porque "Es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con su mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación."

En una reciente entrevista me preguntaron: ¿Quién necesita ser sanado?, yo respondí: ¿Quién no? ¿Vamos a vivir este tiempo favorable intensamente y permitir que la divina misericordia sane heridas?

La enfermedad del pecado es una herida que todos compartimos. Podemos aprender a cubrirla para que parezca que todo está bien desde afuera. Sabemos como levantarnos cada día e ir al trabajo. Tenemos nuestras rutinas diarias y cumplimos nuestros deberes. Pero en la quietud de la noche nos preguntamos "¿es eso todo lo que hay?". Muy dentro de nosotros, esperamos más. Esto es así por el diseño de Dios. Él nos creó para más. ¿Pero qué es? Dios. El cielo. La vida eterna. Santidad. Nosotros anhelamos todo esto. Nuestro anhelo por más está diseñado para guiarnos hacia la meta que tenemos por delante.

Muy a menudo durante el viaje hacia nuestra santidad nos vemos desviados, heridos, olvidadizos, atacados desde adentro y desde afuera. Así como la Puerta Santa se ha abierto, así deben abrirse nuestros corazones. Entonces la divina misericordia nos proveerá de sanación, santidad y felicidad.

8 formas de sanar heridas con la Misericordia.

Podemos decidir vivir el Jubileo de la Misericordia con intensidad, integridad e intención. El Jubileo nos ofrece la promesa de gracia extraordinaria. Te ofrecemos 8 sugerencias destinadas a ser practicadas con propósito.

1. Misericordia: manifestar el perdón.

El Cardenal Francis Xavier Nguyen Van Thuan aparece en mi nuevo libro (La Misericordia Sanadora de Dios, título original en Inglés "God’s Healing Mercy") como un ejemplar del "perfil de la misericordia". Él estuvo prisionero de guerra en Vietnam por muchos años. La siguiente cita revela el poder sanador del perdón.

"Era muy difícil para mis guardianes entender cuando yo les hablaba acerca de amar a nuestros enemigos, reconciliación y perdón. "¿De verdad nos amas?" "Sí, de verdad les amo" "¿Incluso cuando te causamos dolor?" "¿O cuando sufres porque estás en prisión sin haber ido a juicio?" "Mira todos los años que hemos pasado juntos. ¡Por supuesto que les amo!" "Y cuando salgas, ¿les dirás a tu gente que nos busques y nos golpeen y lastimen a nuestras familias?" "Seguiré amándoles incluso si quisieran matarme" "Pero, ¿por qué? "Por que Jesús nos enseñó a amar siempre; si no lo hacemos, no somos dignos de ser llamados Cristianos". (Libro God’s Healing Mercy, página 78)

¿Quién es capaz de tal amor misericordioso y tanto coraje? La Gracia nos hace capaces de una misericordia virtuosa y heroica. Nuestra naturaleza caída puede que prefiera que gritemos "¡Justicia, Venganza!" Pero somos capaces de amar a aquellos que no nos aman. Después de todo, Cristo nos amó primero cuando nosotros no lo amamos. ¿Qué nos detiene de repetir las palabras de Cristo desde la cruz cuando con aliento moribundo Él oró por sus perseguidores, "Padre, perdónalos pues no saben lo que hacen"?

Cristo nos da perdón pero Él no puede forzarnos a aceptarlo. Sabernos "receptores" de la divina misericordia es clave para convertirnos en recipiente de misericordia para otros.

San Felipe Neri nos enseña una lección importante acerca del veneno del rencor y la falta de perdón:

"Si un hombre encuentra difícil perdonar injurias, déjalo que vea al Crucifijo, y que piense que Cristo derramó toda Su Sangre por él, y no sólo perdonó a Sus enemigos, sino que oró al Padre Celestial que los perdonara también. Déjalo que recuerde eso mientras que cuando él ora al Padre cada día, en lugar de pedir perdón por sus pecados, está pidiendo venganza para sí mismo".

¿Quién puede permitirse el lujo de pedir venganza sobre sí mismo?

2. Eucaristía: encontrarnos con la Misericordia.

El Arzobispo Fulton Sheen escribió: "la historia de amor más grande de todos los tiempos está contenida en una pequeña y blanca Hostia". Nos convertimos en participantes activos en el drama de la salvación a través de la intimidad de la Eucaristía. La Madre Teresa de Calcuta escribió:

"El tiempo que pasas con Jesús en el Santísimo Sacramento es el tiempo que mejor invertirás en la tierra. Cada momento que pases con Jesús profundizará tu unión con Él y hará tu alma más infinitamente gloriosa y bella en el cielo, y ayudará a traer paz duradera a la tierra".

Algunos se quejan que la Misa es aburrida o que no tienen tiempo para la Adoración. Ellos se privan a sí mismos de la intimidad que se vive al tener una vida Eucarística intensa. Ellos anhelan salvación pero se privan del Divino Doctor o de la medicina de la misericordia.

La Eucaristía debería ser el "corazón" de nuestra vida. Cristo nos pide que vayamos a ella. Jesús le dijo a Santa Faustina:

"Mi Corazón esta colmado de gran misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores, para ellas vivo en el tabernáculo; como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero no quieren aceptarlas."

3. Reconciliación: Ser sanados en la Confesión.

Santa Faustina guardó las palabras del Señor: "Cuando te acercas al confesionario, entiende que yo mismo te espero allí́. Yo sólo estoy escondido en el sacerdote, pero yo mismo actúo en tu alma". Cristo vació cada gota de Su preciosa sangre por el perdón de nuestros pecados. ¿Buscas sanación? Deja que comience con las palabras "Perdóname, Padre, porque he pecado".

Cuando me descargo en el confesionario dejo caer todo el peso de mis pecados a los pies del Buen Pastor. Con las palabras de absolución, ríos de misericordia fluyen en mi corazón y sanan mi enfermedad del pecado. La confesión me libera por obra de la misericordia. San Isidoro de Sevilla escribió:

"La Confesión sana, la confesión justifica, la confesión otorga el perdón por el pecado, toda esperanza consiste en la confesión; en la confesión hay oportunidad para la misericordia".

4. Confianza: Creer.

En una de sus revelaciones, Cristo le dijo a Santa Faustina

"Oh, cuánto Me hiere la desconfianza del alma. Esta alma reconoce que soy santo y justo, y no cree que Yo soy la Misericordia, no confía en Mi bondad. También los demonios admiran Mi justicia, pero no creen en Mi bondad". (Diario 300)

Santa Faustina también escuchó de Jesús:

"Niña Mía, has de saber que el mayor obstáculo para la santidad es el desaliento y la inquietud injustificada que te quitan la posibilidad de ejercitarte en las virtudes. Todas las tentaciones juntas no deberían ni por un instante turbar tu paz interior y la irritabilidad y el desánimo son los frutos de tu amor propio. No debes desanimarte sino procurar que Mi amor reine en lugar de tu amor propio. Por lo tanto, confianza, niña Mía" (Diario 1487).

5. Intencional: Experimentar misericordia en el presente

Cuando el Cardenal Francis Xavier Nguyen Van Thuan fue encarcelado, creó una "regla de vida" para sí mismo. Decidió no vivir su tiempo en prisión en un estado de espera. Decidió vivir en la gracia del momento presente, haciendo de la cárcel su campo misionero, de la prisión su catedral. Él no perdería la gracia del momento presente porque encontraría a Jesús allí. En lugar de compartimentar su fe en prisión, decidió integrarla en su vida diaria y consecuentemente atrajo muchos no-creyentes a Jesús.

Nosotros podemos decidir (un acto de la voluntad) vivir el Año Jubilar intencionalmente en la gracia del momento presente. Esto significa liberar el pasado a Dios y no preocuparnos acerca del futuro porque está en las manos de Cristo. Santa Faustina oró:

"Oh Jesús, deseo vivir el momento actual, vivir como si este día fuera el último de mi vida: aprovechar con celo cada momento para la mayor gloria de Dios, disfrutar de cada circunstancia de modo que el alma saque provecho. Mirar todo desde el punto de vista de que sin la voluntad de Dios no sucede nada." (Diario, 1183).

6. Lealtad: Realizar obras espirituales y corporales de misericordia.

Las obras corporales de misericordia son:

  • Dar de comer al hambriento;
  • Dar de beber al sediento;
  • Dar posada al necesitado;
  • Vestir al desnudo;
  • Visitar al enfermo;
  • Socorrer a los presos;
  • Enterrar a los muertos.

Las obras espirituales de la misericordia son:

  • Enseñar al que no sabe;
  • Dar buen consejo al que lo necesita;
  • Corregir al que está en error;
  • Perdonar las injurias;
  • Consolar al triste;
  • Sufrir con paciendo los defectos de los demás;
  • Rogar a Dios por vivos y difuntos.

En la bula mencionada anteriormente, el Papa Francisco habla sobre la importancia de llevar a cabo estas obras de misericordia.

7. Unidad: ser misericordiosos en nuestras relaciones

La sanación de las relaciones en el matrimonio, la familia y la iglesia comienza con MI conversión de corazón para que YO irradie el amor misericordioso de Dios que unifica. Muy a menudo, la falta de perdón destroza nuestras relaciones.

La división desenfrenada entre el pueblo de Dios no sólo le desagrada sino que además nos debilita. ¿Está nuestro corazón y hogar unido o dividido? El Espíritu Santo es unificador, sanador y restaurador.

La misericordia parecida a la de Dios es compasiva, no cómplice. Requiere sacrificio, no compromiso, por el bien de un amor más grande que no tiene precio, es permanente y perfecto. Pero hay una misericordia que unifica, es noble, bella y dinámica. No importa el precio. Simplemente ama desinteresadamente y atrae a otros hacia más grandes obras de misericordia. Donde hay un discipulado misericordioso e intencional hay unidad.

8. Ternura: ser misericordioso contigo mismo.

Esta es la oración del Papa Francisco para el Jubileo de la Misericordia:

"Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén."

Adaptación y contenido agregado: María Mercedes Vanegas, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: Catholic Exchange

pildorasdefe maria mercedes venegasMaría Mercedes Vanegas, Nicaragüense viviendo en Alemania, soltera, ingeniera y - a ejemplo de San Francisco Javier - misionera en esta era tecnológica. Identificación evangelizadora: Ay de mí si no predico el Evangelio, pues muchos cristianos se dejan de hacer, por no haber personas que se ocupen en la evangelización

Contenido publicado originalmente en Píldoras de fe, bajo el Link: https://www.pildorasdefe.net/aprender/fe/maneras-de-sanar-heridas-emocionales-durante-jubileo-santo-misericordia - Puede copiar esta información en su Blog citando siempre la referencia a esta fuente consultada. Para compartir en sus redes sociales, utilice los botones compartir. Conozca términos legales - Pildorasdefe.net
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