Cómo dejar que Dios enriquezca tu tiempo libre. Ofrecer tu tiempo libre a Dios y así le permitirás que Él decida cómo se va a utilizar
Hay muchas cosas en las que aprende cómo dejar que Dios enriquezca tu tiempo libre. Durante las homilías y mediante libros espirituales nos han dado una gran cantidad de consejos para santificar nuestros empleos. Sin embargo, muy poco se nos ha dicho acerca del tiempo de ocio, quizás porque cada vez es menos.
Pero aún en la vida de las personas muy ocupadas, hay montones de períodos en blanco, y a menos que en realidad se mantuvieran en blanco, es necesario que sepamos qué hacer con ellos. Ciertamente cada ratito de ocio necesita ser santificado tal como lo hacemos con el empleo, y posiblemente más.
Entonces, ¿qué debemos hacer con el tiempo de descanso? ¿Debiéramos usarlo todo para Dios? La respuesta es:
"Debemos estar listos para usarlo todo en cosas de Dios".
De hecho, Dios no nos pide que ocupemos todo nuestro tiempo libre en la oración, o arrodillados repasando las estaciones del viacrucis. Lo que Dios quiere es nuestra voluntad, no nuestro tiempo. Él es un Dios Celoso, así nos lo dice a través de Su profeta, pero sospecho que Él es más celoso de nuestros deseos que de nuestro tiempo libre.
Cómo dejar que Dios enriquezca tu tiempo libre.
Una vez que deseamos "gastar" nuestro tiempo de la manera en que Dios quiere, más que en nuestra propia manera, entonces nuestras dificultades se desvanecerían. Esto es, sin embargo, un deseo que debe renovarse y debe ser iluminado por la luz de vez en cuando, porque tenemos un temperamento que tiende a retroceder en cada ofrenda que hacemos. Pero aunque tengamos esa tendencia, el principio es claro: debemos ofrecer nuestro tiempo libre a Dios, y así le permitiremos que Él decida cómo se va a utilizar.
Ten por seguro que si ofreces tu libertad a Dios sea en una cuestión de tiempo o de afecto, o lugar, o cualquier otra cosa - Él la tomará. Sí, Él la tomará y ya no serás libre de la misma manera. Ahora Él te dará una mayor libertad. Serás libre con la libertad de los Hijos de Dios. Pero para lograr esto, tendrás que estar bien seguro que estás haciendo una entrega genuina.
Ahora podemos responder la pregunta acerca de qué hacer con el tiempo libre. Habiendo realizado nuestra oblación, hay que sentarse y esperar la manifestación de la voluntad de Dios.
No te hará esperar por mucho tiempo; sucederá una de dos cosas: o sentirás una atracción por tal o cual forma de servirle, o aunque no te sientas atraído, alguna forma de servicio será arrancada de ti.
Así, por ejemplo, si pudieras descubrir un libro espiritual, tal vez uno llamado La Nube del Desconocimiento o Las Semillas de la Contemplación de Thomas Merton y al leerlo quisieras ocupar cada instante de tu (recientemente ofrecido) precioso tiempo libre para estudiar la doctrina de este libro para llevarla a la práctica, la manera en que Dios aceptaría tu oferta, sería la siguiente: te encontrarás a ti mismo anhelando darle más de tu tiempo; no será nada pesado, de todas maneras.
Lo que se explica aquí acerca de la atracción hacia la lectura espiritual y su consecuente anhelo de alcanzarla, también se corresponde con la atracción a trabajar por la caridad. En este caso, mejor quisieras ser bueno con toda la gente durante todo el día, en lugar de ocupar tu tiempo libre viendo películas o recostado en la cama leyendo una novela o escuchando la radio.
El hecho de estar respondiendo una llamada de Dios al hacer su voluntad, compensa las fricciones que se pudieran dar en la actividad. Sabes que no pierdes nada. Y si miras con melancolía, que se evapora tu tiempo libre, al menos no tendrás culpa por haberlo decidido.
Sin embargo, el tiempo libre es necesario para la vida interior; es necesario para la vida que es activa, así como para la vida contemplativa. No puedes ir por ahí todos los días de todos los años sin descansar. Para orar, ayudar, trabajar, y aún para sufrir, debes darte un respiro de vez en cuando.
Un alma que nunca descansa en la vida, es como alguien que se priva a sí mismo, o es privado del placer. La tensión se vuelve insoportable, la caridad tendría que ser forzada a niveles gigantescos y no podría ser inspirada por la generosidad.
Es un hecho humillante que sin reír podamos llevar una vida seriamente. (Sin risa podemos ser solemnes, pero eso es otro asunto). De la misma manera, si no tenemos un espacio mental, entonces no podremos orar.
Es curioso que tengamos que relajar nuestras mentes para poder orar con intensidad. Si queremos orar sin distracción, (distracción real, no solamente algunas imágenes intrusas) entonces tenemos que aprender a controlar el conflicto que nos lleva a distraernos.
Para concluir: elimina el esparcimiento, y terminarás eliminando el trabajo bien hecho. El trabajo no puede sobrevivir con una dieta completa de gozo: se vuelve plana y desabrida.
De la misma manera, si eliminamos de nuestras vidas el tiempo que debemos dedicar a la atracción espiritual, nuestras oraciones se quedarán como dormidas o se volverán como nudos en los nervios que no seremos capaces de liberar.
