Evangelio de hoy Domingo, 5 de Junio, 2022. Lecturas de hoy, Oración del día y Reflexión del Papa Francisco (Juan 20-19-23): ¡Reciban el Espíritu Santo!
¡Reciban el Espíritu Santo!.
Santo Evangelio de hoy explicado del Domingo 5 de Junio, 2022 y las Lecturas de hoy para reflexionar. Palabra diaria y reflexión sobre el Evangelio del día, en Juan 20,19-23: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y dijo: Reciban el Espíritu Santo". Meditación del Santo Evangelio de hoy por el Papa Francisco. "Es el Espíritu Santo de Dios quien nos trae la alegría en medio de los conflictos. Él es nuestra paz en todas las crisis de nuestra vida ¡Feliz Pentecostés!". Lecturas de hoy con la oración del día en el Domingo de Pentecostés, para el Evangelio de hoy explicado. Palabra diaria para crecer con Dios. Reflexión para hoy del Papa Francisco: "Lo que necesitamos es el Espíritu Santo: es Él quien pone orden en el frenesí. Él es la paz en la inquietud, la confianza en el desánimo, la alegría en la tristeza".
Índice de las lecturas de hoy.
Celebraciones del día:
Solemnidad de Pentecostés, Ven Espíritu Creador.
Antífona de las lecturas de hoy.
"El Espíritu del Señor ha llenado el mundo entero y lo que contiene todas las cosas entiende lo que se dice, aleluya". (Cfr. Sabiduría 1,7)
Lecturas de hoy Domingo.
Primera Lectura para el Evangelio de hoy en el Domingo de la Fiesta de Pentecostés. Lectura del Libro de los Hechos 2,1-11: "Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas".
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: "¿Es que no son galileos todos estos que están hablando?. Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios".
Salmo de hoy Domingo.
Salmo Responsorial de las lecturas de hoy tomado del Libro de los Salmos 104(103),1.24.29-31.34: "Envía tu espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra". (R).
- ¡Bendice al Señor, alma mía! Señor, qué grande eres, cuántas son tus obras, oh Señor. La tierra está llena de tus riquezas. (R).
- Les retiras tu espíritu, mueren, vuelven al polvo de donde vinieron. Envías tu espíritu, se crean; y renuevas la faz de la tierra. (R).
- ¡Que la gloria del Señor dure para siempre! ¡Que el Señor se regocije en sus obras! Que mis pensamientos le sean agradables. Encuentro mi alegría en el Señor. (R).
Segunda Lectura de hoy.
La segunda lectura para el Evangelio de hoy es tomada de Romanos 8,8-17: "Todo el que se mueve por el Espíritu es hijo de Dios".
Así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios. Más vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; más si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros. Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados".
Secuencia.
Veni, sancte Spiritus
Espíritu Santo, Señor de la Luz, Desde la clara altura celestial, Tu puro resplandor da.
Ven, Padre de los pobres, Ven con los tesoros que perduran, Ven, luz de todos los que viven.
Tú, el mejor de los consoladores, Tú, huésped encantador del alma, que das una paz refrescante
Tú, en el trabajo, eres un dulce consuelo. Agradable frescura en el calor. Consuelo en medio de la aflicción.
Luz inmortal, luz divina, Visita estos corazones tuyos, y llena nuestro ser más íntimo:
Si te llevas tu gracia, Nada puro en el hombre permanecerá. Todo su bien se convierte en mal.
Cura nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. Sobre nuestra sequedad vierte tu rocío. Lava las manchas de la culpa:
Dobla el corazón obstinado y la voluntad Derrite lo helado, calienta el frío. Guía los pasos que se extravían.
Tú, sobre nosotros que siempre Te confesamos y te adoramos, con tus siete dones desciende.
Danos consuelo al morir. Danos vida contigo en lo alto. Danos alegrías que nunca terminan.
Aclamación del Evangelio de hoy.
"¡Aleluya, aleluya! Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. ¡Aleluya!". (Aclamación de las Lecturas de hoy)
Evangelio de hoy - Juan 20,19-23.
Evangelio de hoy explicado - Lecturas de hoy Domingo, para el Santo Evangelio del día (Este discípulo es el que da fe de estas cosas y sabemos que su testimonio es verdadero) Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos". Palabra del Señor.
Reflexión del Evangelio de hoy por Papa Francisco.
"Lo que necesitamos es el Espíritu Santo: es Él quien pone orden en el frenesí. Él es la paz en la inquietud, la confianza en el desánimo, la alegría en la tristeza". Papa Francisco.
Después de cincuenta días de incertidumbre para los discípulos, llegó Pentecostés. Por una parte, Jesús había resucitado, lo habían visto y escuchado llenos de alegría, y también habían comido con Él. Por otro lado, aún no habían superado las dudas y los temores: estaban con las puertas cerradas (cf. Jn 20,19.26), con pocas perspectivas, incapaces de anunciar al que está Vivo. Luego, llega el Espíritu Santo y las preocupaciones se desvanecen: ahora los apóstoles ya no tienen miedo ni siquiera ante quien los arresta; antes estaban preocupados por salvar sus vidas, ahora ya no tienen miedo de morir; antes permanecían encerrados en el Cenáculo, ahora salen a anunciar a todas las gentes.
Hasta la Ascensión de Jesús, los discípulos esperaban un Reino de Dios para ellos (cf. Hch 1,6), ahora están ansiosos por llegar hasta los confines desconocidos. Antes no habían hablado casi nunca en público y, cuando lo habían hecho, a menudo habían causado problemas, como Pedro negando a Jesús; ahora hablan con parresia a todos. La historia de los discípulos, que parecía haber llegado a su final, es en definitiva renovada por la juventud del Espíritu: aquellos jóvenes que poseídos por la incertidumbre pensaban que habían llegado al final, fueron transformados por una alegría que los hizo renacer. El Espíritu Santo hizo esto.
El Espíritu no es, como podría parecer, algo abstracto; es la persona más concreta, más cercana, que nos cambia la vida. ¿Cómo lo hace? Fijémonos en los apóstoles. El Espíritu no les facilitó la vida, no realizó milagros espectaculares, no eliminó problemas y adversarios, pero el Espíritu trajo a la vida de los discípulos una armonía que les faltaba, porque Él es armonía. Armonía dentro del hombre.
Los discípulos necesitaban ser cambiados por dentro, en sus corazones. Su historia nos dice que incluso ver al Resucitado no es suficiente si uno no lo recibe en su corazón. No sirve de nada saber que el Resucitado está vivo si no vivimos como resucitados. Y es el Espíritu el que hace que Jesús viva y renazca en nosotros, el que nos resucita por dentro. Por eso Jesús, encontrándose con los discípulos, repite: "La Paz esté con ustedes" (Jn 20,19.21) y les da el Espíritu. La paz no consiste en solucionar los problemas externos, Dios no quita a los suyos las tribulaciones y persecuciones, sino en recibir el Espíritu Santo. En eso consiste la paz, esa paz dada a los apóstoles, esa paz que no libera de los problemas, sino en los problemas, es ofrecida a cada uno de nosotros. Es una paz que asemeja el corazón al mar profundo, que siempre está tranquilo, aun cuando la superficie esté agitada por las olas. Es una armonía tan profunda que puede transformar incluso las persecuciones en bienaventuranzas. En cambio, cuántas veces nos quedamos en la superficie. En lugar de buscar el Espíritu tratamos de mantenernos a flote, pensando que todo irá mejor si se acaba ese problema, si ya no veo a esa persona, si se mejora esa situación. Pero eso es permanecer en la superficie: una vez que termina un problema, vendrá otro y la inquietud volverá. El camino para tener tranquilidad no está en alejarnos de los que piensan distinto a nosotros, no es resolviendo el problema del momento como tendremos paz. El punto de inflexión es la paz de Jesús, es la armonía del Espíritu.
Hoy, con las prisas que nos impone nuestro tiempo, parece que la armonía está marginada: reclamados por todas partes, corremos el riesgo de estallar, movidos por un continuo nerviosismo que nos hace reaccionar mal a todo. Y se busca la solución rápida, una pastilla detrás de otra para seguir adelante, una emoción detrás de otra para sentirse vivos. Pero lo que necesitamos, sobre todo es el Espíritu: es Él quien pone orden en el frenesí. Él es la paz en la inquietud, la confianza en el desánimo, la alegría en la tristeza, la juventud en la vejez, el valor en la prueba. Es Él quien, en medio de las corrientes tormentosas de la vida, fija el ancla de la esperanza. Es el Espíritu el que, como dice hoy san Pablo, nos impide volver a caer en el miedo porque hace que nos sintamos hijos amados (cf. Rm 8,15). Él es el Consolador, que nos transmite la ternura de Dios. Sin el Espíritu, la vida cristiana está deshilachada, privada del amor que todo lo une. Sin el Espíritu, Jesús sigue siendo un personaje del pasado, con el Espíritu es una persona viva hoy; sin el Espíritu la Escritura es letra muerta, con el Espíritu es Palabra de vida. Un cristianismo sin el Espíritu es un moralismo sin alegría; con el Espíritu es vida.
El Espíritu Santo no solo trae armonía dentro, sino también fuera, entre los hombres. Nos hace Iglesia, compone las diferentes partes en un solo edificio armónico. San Pablo lo explica bien cuando, hablando de la Iglesia, repite a menudo una palabra, diversidad: "diversidad de carismas, diversidad de actuaciones, diversidad de ministerios" (1 Co 12,4-6). Somos diferentes en la variedad de cualidades y dones. El Espíritu los distribuye con imaginación, sin nivelar, sin homologar. Y a partir de esta diversidad construye la unidad. Lo hace desde la creación, porque es un especialista en transformar el caos, en cosmos, en poner armonía. Es especialista en crear la diversidad, las riquezas; cada uno, la suya, diversa. Él es el creador de esta diversidad y, al mismo tiempo, es Aquel que armoniza, que da la armonía y da unidad a la diversidad. Solo Él puede hacer estas dos cosas. (Homilía del Evangelio de hoy. Solemnidad de Pentecostés. 9 de junio de 2019)
Oración de hoy Domingo para el Evangelio de hoy.
Reza la oración de hoy Domingo 5 de Junio, 2022, por los enfermos y por tus intenciones. Oración de Calma del día Domingo por eso que necesitamos. Meditemos las palabras del Evangelio de hoy: "Sopló sobre ellos y dijo: Reciban el Espíritu Santo".
Recomendado para hoy.
Recemos la oración para invocar al Espíritu Santo de San Juan Pablo para los problemas. Esta invocación puede ayudarte cuando enfrentas un problema complicado.
San Juan Pablo II y el Espíritu Santo.
Frase de reflexión.
"Estamos seguros de que, con las armas de la oración, el ayuno y la limosna, y con el don de la gracia, es posible cambiar los corazones de los hombres y el futuro del mundo entero". Papa Francisco.
Video reflexión del Evangelio de hoy explicado.
Al meditar las lecturas de hoy Domingo y después de haber leído el texto de Evangelio del día explicado, escucha ahora la reflexión correspondiente a las lecturas de hoy. Meditación en audio del Santo Evangelio de hoy según San Juan 20,19-23: "Sopló sobre ellos y dijo: Reciban el Espíritu Santo". Palabra diaria comentada para la vida. Reflexión de las lecturas y el Evangelio de hoy explicado para tu vida.
Pide ayuda al Espíritu Santo antes de comenzar a escuchar la reflexión de las lecturas del día para el Evangelio de hoy Domingo.
Intenciones del Evangelio de hoy.
Centremos nuestra vida en la Palabra de Dios. Al meditarlas lecturas de hoy Domingo con el Santo Evangelio del día en Juan 20,19-23: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y dijo: Reciban el Espíritu Santo". Profundicemos en nuestra relación personal con Dios. La oración del día expresa una petición de transformación en el Evangelio de hoy. "Ven Espíritu Santo Creador, a renovar nuestras vidas y aumentar nuestra fe y esperanza en este mundo caído". Con la lectura de hoy Domingo, pidamos por esas intenciones que quieres expresar. Escribe en los comentarios tus peticiones a través de las lecturas de hoy y su Palabra diaria en el Evangelio de hoy explicado para el día Domingo 5 de Junio, 2022. Paz y bien a tu vida.
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