Evangelio de hoy meditado por Papa Francisco. Mateo 3,13-17. Evangelio del día. Déjate invadir por el amor de Dios en tu bautismo
Evangelio de hoy - Mateo 3,13-17
Meditación del Evangelio del día (El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo): "En aquel tiempo apareció Jesús: vino de Galilea al Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista. Juan trató de disuadirlo con las palabras: "Soy yo quien necesita el bautismo de ti, y sin embargo tú vienes a mí". Pero Jesús le respondió: "Déjalo así por el momento; conviene que hagamos así todo lo que es justo". Entonces Juan se rindió ante Él y se lo permitió. Y cuando Jesús fue bautizado, salió inmediatamente del agua, y de repente los cielos se abrieron y Juan vió al Espíritu de Dios descender en forma de paloma y bajar sobre Él. Y de pronto se escuchó una voz del cielo que dijo: "Este es mi Hijo amado; en quien me complazco". Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Sobre el Evangelio de hoy - La página del Evangelio de hoy enfatiza que, cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, se abrieron los cielos para él. Esto cumple las profecías. De hecho, hay una invocación que la liturgia nos hace repetir durante el tiempo de Adviento:
"Oh, si rasgaras los cielos y bajaras" (Isaías 64,1).
Si los cielos permanecen cerrados, nuestro horizonte en esta vida terrena es oscuro y sin esperanza. En cambio, al celebrar la Navidad, una vez más la fe nos ha dado la certeza de que los cielos se han rasgado con la venida de Cristo.
Y el día del bautismo de Cristo seguimos contemplando los cielos abiertos. La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el comienzo del gran tiempo de misericordia, después de que el pecado haya cerrado los cielos, levantándose como una barrera entre el ser humano y su Creador.
Con el nacimiento de Jesús se abren los cielos! Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde el momento en que el Verbo se hizo carne es posible ver los cielos abiertos. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús y para san Esteban, el primer mártir, que exclamó:
"¡He aquí que veo los cielos abiertos!" (Hechos 7,56).
Y es posible para cada uno de nosotros, si nos dejamos impregnar por el amor de Dios, que se nos da por primera vez en el Bautismo por medio del Espíritu Santo.
Déjate invadir por el amor de Dios.
Dejémonos invadir por el amor de Dios. Este es el gran tiempo de la misericordia. No lo olvidéis: este es el gran tiempo de la Misericordia.
Cuando Jesús recibió el bautismo de arrepentimiento de Juan el Bautista, solidarizándose con el pueblo arrepentido (Él sin pecado y sin necesidad de conversión) Dios Padre hizo oír su voz desde el cielo:
"Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (v. 17).
Jesús recibe la aprobación del Padre celestial, que lo envió precisamente para que aceptara compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es el verdadero camino del amor. Jesús no se disocia de nosotros, nos considera hermanos y hermanas y comparte con nosotros. Por eso nos hace hijos e hijas, junto con él, de Dios Padre. Esta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia.
[...] Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en el compromiso de seguir a Cristo por el camino de la fe y de la caridad, camino trazado por nuestro Bautismo. (Homilía en la Fiesta del Bautismo de Nuestro Señor. 12 de enero de 2014)
Oración para el Evangelio de hoy.
Señor, Tú eres la luz de mi vida, quien me invitó a su dulce encuentro a través del precioso regalo de mi bautismo. Me diste vida y dibujaste nuevas esperanzas en donde antes habitaba el desconsuelo.
Cada día que me regalas ahora lo veo como una oportunidad para vivir el amor y correr un poco más hacia la salvación. Quiero ganarme el Cielo en base a mi esfuerzo sencillo pero honesto, extendiendo tu Palabra a todos los rincones quienes necesiten de una vida nueva en Ti.
No quiero vivir atemorizado por mis acciones como si fueses un Dios omnipotente vigilante y presto para condenarme en todo lo que hago; por el contrario, Tú me acompañas y me ayudas a levantarme cuando estoy caído.
Quiero vivir y actuar sabiendo que Tú me corriges con amor y me haces crecer en sabiduría para que en un futuro pueda tomar mejores decisiones de vida y no perderme en extravagancias.
Dios mío, sé generoso en tus dones conmigo para así vivir obrando de forma sabia y al mismo tiempo con gran caridad y desprendimiento para con todos, especialmente para los míos.
Te confieso como mi Dios y mi Salvador, el hijo de aquel silencioso carpintero, de quien seguramente aprendiste a ser dedicado en el trabajo y hacerlo con honestidad y dedicación.
Quiero que mi corazón se abra a la luz de tu palabra diaria, para apreciar las bondades con las que has obrado en mí llevándome por un camino seguro hacia mi libertad.
Gracias por abrirme un espacio en tu Reino a través del don de mi bautismo. Confío en tu presencia que me da la seguridad de que, aunque en mi propia familia yo sea rechazado por proclamarte, siempre pueda mantener la firmeza de dar un testimonio coherente de tus obras, para que así ellos también crean.
Te amo Señor, te confío a mi familia y a todos los míos, te confío mis bienes y mi vida misma. Amén.
Propósito para hoy
Elevar una súplica a Dios (un Padrenuestro) por la sanación de muchaso matrimonios rotos y heridos por tanta indiferencia.
Frase de reflexión
"Al adorar le damos al Señor la posibilidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestras tinieblas, de darnos fuerza en la debilidad y valor en las pruebas". Papa Francisco
Evangelio de hoy
Comentarios del Evangelio de hoy en audio:
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