3 excusas que te mantienen atascado en un matrimonio mediocre y no valen la pena

A veces tenemos una buena excusa del porque nuestro matrimonio no se encuentra en el mejor lugar en estos momentos. Pero, la verdad es, que las excusas, incluso las buenas, no nos van a llevar a ninguna parte.

"Yo lo hago y tú lo haces también"...

Podemos inventarnos una excusa para cualquier cosa.

"No logro bajar de peso porque no me queda tiempo".

"No he podido terminar mi trabajo porque estoy cansado".

"Les grito a los niños porque ellos no me escuchan".

Honestamente, yo he dicho TODAS estas antes y no me enorgullezco de ello. Puedo encontrar una excusa o una justificación del porque las cosas no son como deberían al tronar los dedos.

Como seres humanos, no nos gusta tener la responsabilidad de nuestras propias acciones, porque esto significa que tendremos que tomar una larga y severa mirada a nosotros mismos frente a un espejo y enfrentarnos a la realidad.

A veces, no rehusamos a enfrentarnos a la verdad porque esta duele. Y después de aceptar la verdad, también nos damos cuenta que necesitamos cambiar cosas en nuestra vida. Lo cual es aún más difícil.

Así que en lugar de eso, inventamos excusas y aceptamos la mediocridad como la mejor posición para nosotros.

Esto sucede demasiado a menudo en nuestros matrimonios. Puedes sentir que estas atascado justo ahora. Amigos, esto no tiene que ser de esta manera. No tenemos porque contentarnos con un matrimonio mediocre.

El primer paso es reconocer las excusas que estamos inventando ahora. Probablemente hay cientos de excusas que utilizamos, pero aquí hay tres excusas comunes que nos mantienen trabados en un matrimonio mediocre.

1.- No puedo cambiar lo que siento y ya no me siento igual.

Justo el otro día, mientras miraba las noticias en la mañana, estaban hablando de porque algunos matrimonios fracasan. Uno de los comentaristas dijo: "Bueno, el corazón quiere lo que el corazón quiere".

Esto es verdad….creo. Pero realmente quería apagar la TV cuando escuche esto, porque esta excusa ha causado que tantos de nosotros tomemos decisiones terribles en cuanto a relaciones se refiere.

Nuestros corazones son volubles. Ellos pueden ser buenos y graciosos, pero también pueden ser traicioneros y llenos de odio. Nuestros deseos pueden cambiar todos los días, así que no podemos confiar en nuestros corazones.La Biblia nos lo repite en varias ocasiones.

"Los ojos se les saltan de gordura; se desborda su corazón con sus antojos." (Salmo 73,7)

"Confía en el Señor, con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento". (Proverbios 3,5)

"Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida". (Proverbios 4,23)

"Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el Señor sondea los corazones". (Proverbios 21,2)

Habrá ocasiones en las que sientas que no deseas a tu cónyuge. En otras ocasiones, nuestros corazones cuando él/ella entre en la habitación. Habrá días, en que amemos el sonido de su voz.

Otros en los que su voz sonara como uñas raspando una pizarra. Esto no significa que no nos amemos.

Y definitivamente no es una excusa para involucrarnos románticamente con otra persona que nos parezca atractiva en el trabajo. De hecho, nunca hay una razón que justifique tener una aventura.

Estos momentos en los que nos sentimos frustrados con nuestro matrimonio y cansados de la forma en la que las cosas están pasando es cuando más debemos de cuidar nuestro corazón.

Esto es verdad, nuestro corazón quiere lo que el corazón quiere. Pero no quiere decir que no podamos hacer nada al respecto. Podemos entrenar nuestro corazón a querer las cosas que son correctas cuando volvemos nuestro corazón al Señor.

A veces, esto puede ser difícil, pero salvara nuestro matrimonio y mantendré nuestro corazón en el lugar correcto.

A veces simplemente necesitamos probar hacer algo nuevo ¡JUNTOS!

2.- Hemos crecido en diferentes direcciones

Cuando miramos a los ojos de nuestro cónyuge en el día de la boda y dijimos nuestros votos, estábamos tan emocionados por nuestro futuro junto.

Y entonces, la vida pasa…el trabajo, los niños, las obligaciones, las finanzas, la familia política, enfermedades y nuestras expectativas.

Si no estamos enfocados en mantener nuestros matrimonios fortalecidos todos los días, entonces todo lo demás nos pasara encima. Y entonces, creceremos en diferentes direcciones.

Pero aun si lo hacemos, aun si sentimos como estamos a kilómetros de distancia, el uno del otro, podemos darnos la vuelta y comenzar a caminar en la dirección del otro para comenzar un proceso de sanación de nuestro matrimonio.

En la carta de Pablo a los Efesios, el habla de cómo Dios acerca a los que creen en El cuándo lo buscan.

"Por el contrario, viviendo en la verdad y en el amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo. Él es la Cabeza, y de él, todo el Cuerpo recibe unidad y cohesión, gracias a los ligamentos que lo vivifican y a la actividad propia de cada uno de los miembros. Así el Cuerpo crece y se edifica en el amor". (Efesios 4,15-17)

Podemos aplicar esto a nuestro matrimonio perfectamente. No nos enfoquemos en los errores del pasado. Pongamos eso en el olvido y avancemos. Oremos y creemos que Dios nos puede acercar nuevamente.

No nos rindamos con nuestro matrimonio. Crezcamos JUNTOS pasando tiempo juntos todos los días, conversando regularmente, asistiendo a consejería y orando el uno por el otro.

3.- Todo lo que hacemos es pelear

Siempre escuchamos esto de muchas parejas que están pasando por momentos difíciles en su matrimonio.

Es comprensible. Las emociones pueden ponerse tan intensas que cada conversación termine siempre en una discusión.

Sentimos que nuestro cónyuge no escucha. No nos sentimos respetados. Nos sentimos atacados. Y todo nos dice que nos alejemos porque estamos cansados de pelear.

Debemos saber que cuando gritamos lanzamos dardos que hieren profundamente a nuestro cónyuge y a nuestro matrimonio. Es difícil escuchar cuando sientes que te están atacando.

Y muchas veces decimos cosas que son verdaderamente hirientes. Una vez las decimos, no hay forma de retractarnos.

Esto puede ser verdaderamente dañino para nuestros hijos que son testigos constantes de estas explosiones.

Si esto te está pasando a ti, por favor debes buscar un consejero en tu Iglesia inmediatamente. Si eso no es posible, busca a alguien que te ame a ti, a tu esposa y a Dios y pídeles que les ayuden a mediar en sus conversaciones como pareja. También es recomendable que asistan a un retiro de parejas.

Existen muchos grupos a los que pueden acercarse en la Iglesia que trabajan con matrimonios.

Tal vez no estén gritándose tanto, pero si existe mucha tensión cada vez que conversan. En este caso, te motivo a que escuches con atención lo que tu pareja quiere decir sin interrumpirlo o argumentar nada. Entonces dile: "Te estoy escuchando…", y dile lo que tú crees que está tratando de decirte. Entonces tu pareja te dirá si estas en lo correcto sobre lo que quería decir. Luego de eso es tu turno de decir lo que sientes.

Esto puede sonar muy rallado, pero funciona. Esto hace que baje la intensidad de la conversación y evita que nos pongamos defensivos. Este proceso nos fuerza a escuchar realmente al otro. Podemos incluso aprender algo nuevo de nuestra pareja y llegar a la raíz de lo que esta dañando nuestra relación.

Más que nada, debemos buscar la forma más sana de comunicarnos diariamente. Pelear solo construirá una pared en medio de nuestra relación. Pero hablar amablemente el uno con el otro, nos mantendrá conectados y en la misma página.