En la maternidad te puedes acercar más a Dios, es más como un camino a la felicidad que un camino de adversidades
Esta tarde pasé tres horas tratando de dormir a mi hija sin éxito) Esto es algo que ocurre frecuentemente en mi rutina diaria ya que normalmente paso las horas lamentando mi tiempo perdido. Pero hoy elegí tomar un camino diferente: me enfoqué en entender cómo esta adversidad en particular me puede acercar a Dios.
Recientemente, he comenzado a abrazar las adversidades en mi matrimonio y en mi maternidad. Los besos dulces y tiernos de una niña pequeña, las noches divertidas con mi marido (generalmente con un tazón de helado), y los pintorescos días de otoño que pasamos juntos como una familia, son maravillosos. Me recuerdan al amor y cuidado de Dios, a su belleza y sus bendiciones.
Pero esto no es en realidad un reto para mí, en todo caso, me hacen guardarme en mi fe. Cuando todo aquí en la tierra parece perfecto, suelo dejar de esforzarme para alcanzar el cielo.
Mi esposo y yo recientemente perdimos a un niño por un aborto involuntario. Ha sido la experiencia más difícil de mi vida, sin embargo esto me ha dado como resultado el entender más a Dios, y a mi relación con él.
Me di cuenta de que no necesito esperar a que otro dolor me rompa la vida para profundizar en Cristo. De hecho, había estado desperdiciando las oportunidades presentadas en mis sacrificios diarios para acercarme más al cielo.
Vocación en la maternidad
Cuando me presentaron por primera vez el concepto de "vocación", entendí que se trata del camino que Dios planeó para que una persona obtuviera la mayor felicidad.
Vi el proceso de discernir la vocación de uno mismo como el proceso de encontrar su estado de "felices por siempre".
Y mientras que, al encontrar la vocación, se obtiene la más grande alegría interior, ahora lo considero menos como un camino a la felicidad que como un camino con adversidades y sufrimiento específicos que nos acercarán más a Dios.
Cada vocación tiene sus propias adversidades y Dios, en Su infinita sabiduría, sabe cuál de estas le acercará más a Él.
Cuando Dios te creó, te hizo como una persona entera, un individuo único con dones y temperamentos específicos que son los más adecuados para enfrentar y vencer el sufrimiento que te encontrarás en tu vocación específica.
En mi propia vocación de esposa y madre, he notado tres maneras de acercarme a Dios.
1.- Mayor comprensión del corazón de Dios
Cuando es difícil mostrar amor a mi marido a causa de un pequeño argumento sobre una caja de cartón, entiendo la verdadera grandeza del amor incondicional de Dios.
Cuando mi hija me pone nerviosa después de gritar: "mamá, mamá, mamá, mamá", me siento humillada por la incapacidad de Dios de cansarse de nosotros.
Cuando lucho para amar y mi paciencia disminuye debido a las cosas más pequeñas, es sólo entonces que empiezo a darme cuenta de lo pequeña que soy y lo grande y bueno que es nuestro Dios.
2.- Aprender a ser más como Él.
El matrimonio y la maternidad me han demostrado lo impaciente, desamorosa, egoísta y francamente áspera que puedo llegar a ser. Pero también es una oportunidad constante para mejorar día a día.
Tengo un quehacer sobre todos los días para el resto de mi vida.¿Exploto ante mi esposo hoy? Estoy segura de que hará algo nuevo mañana que me molestará y que es mi oportunidad de responder con amor y convertirme un poco más como Cristo.
¿Furiosa contra mi hija por la vigésima falsa alarma del día? Mañana, mamá, tienes otra oportunidad para hacerlo de nuevo y tener la capacidad de responder con desinterés y paciencia. O no.
Depende de mí, pero a través de mi vocación, Dios me puso en la posición de poder elegir ser más como Él.
3.- Depender de Dios
¿Qué cosa tan profunda es entender que soy tan pequeña y Dios es tan grande? Me doy cuenta, por lo menos veinte veces al día, mientras vivo mi vocación, que no soy nada, soy tan miserable y humilde comparada con Dios. ¡Pierdo mi paz con el tema de las migajas en el sofá mientras Dios ama a los pecadores!
Rápidamente se hace evidente que no soy capaz de nada, excepto con la ayuda de Dios. No soy capaz de amar completamente a mi cónyuge o hija, pero si lo permito, Él canalizará su amor a través de mí.
¿Este conocimiento hace que sea más fácil poner a un niño pequeño a dormir? En realidad no, pero me asegura que en esas labores cotidianas, estoy sirviendo a Dios exactamente como Él quiere que lo haga.
Rafael Ruiz, mexicano, psicoterapeuta, casado, padre de tres hijos; catequista y defensor de la vida intrauterina. Amar a Dios es mi tesoro escondido, tocar los corazones es mi vocación y evangelizar es mi deber.
