Una de las partes más importantes del día es también una de las batallas más difíciles de librar. En pocas palabras, el despertador
Puede que parezca una pequeña batalla que en realidad no afecta nuestro día. Sin embargo, si no somos capaces de disciplinar nuestro cuerpo al comienzo de cada jornada, ¿cuánto más difícil no será hacer algo heroico durante el resto del día?
San Josemaría Escrivá es conocido por lo que él llamaba el “minuto heroico”:
Muchos buenos cristianos han adquirido el hábito de dedicar el primer pensamiento del día a Dios. Lo que sigue es el “minuto heroico”, que facilita la Ofrenda de la Mañana y ayuda a empezar el día con buen pie. El minuto heroico. —Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba! —El minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza. Si, con la ayuda de Dios, te vences a ti mismo, habrás ganado ventaja para el resto del día. Es desalentador encontrarse derrotado en la primera escaramuza (San Josemaría Escrivá, Camino).
¿Cuántas veces apretamos el botón “snooze” del despertador? ¡Es curioso lo fácil y lo difícil que es esta primera batalla de todos los días!
Cuando pensamos en la mortificación, el ayuno o la penitencia, la imaginación suele representarnos llevando algún tipo de cilicio penitencial o comiendo sólo pan y agua durante 40 días. ¡Sin embargo, a algunos de nosotros el “minuto heroico” nos amedrenta mucho más!
Es la primera “escaramuza” (batalla) del día y es la primera vez que podemos luchar contra los deseos de la carne. Con esta primera victoria, nos sentiremos mucho más capaces de afrontar el día y derrotar a cualquier otro enemigo que se nos acerque. Por ejemplo, para alguien que está luchando por superar una adicción (como la pornografía, el alcohol o las drogas), el “minuto heroico” se convierte en una parte vital de la disciplina de la voluntad, de modo que es más fácil decir no a un hábito pecaminoso.
Esto también nos facilita la batalla que es la oración diaria. Si somos capaces de ofrecerle a Dios los primeros frutos de nuestro día, lo más probable es que le consagremos el resto también.
¡Serviam!
Una práctica habitual de los miembros del Opus Dei es practicar el “minuto heroico”, levantándose inmediatamente de la cama cuando suena la alarma, arrodillándose, besando el suelo y diciendo “¡Serviam!”, que en latín significa “¡Serviré!”.
La razón de ser de esta práctica se encuentra en el desafío lanzado por Satanás, que dijo “Non serviam” (“No serviré”). A pesar de que estas palabras no son bíblicas, reflejan muy bien la realidad de la decisión de Satanás de no servir a Dios. Por ello, al decir “Serviam,” en lugar de convertirnos en parte de la legión de rebeldes de Satanás, elegimos cada día formar parte del ejército de Dios y de servirle con un corazón dispuesto.
Reto: Mañana, cuando te despiertes, no pulses el botón de “snooze”. Sal de la cama y di “¡Serviam!” Entonces ya habrás ganado la primera batalla del día y te sentirás fortalecido para derrotar al resto de dragones que intentarán abatirte.
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Philip Koloski, publicaco originalmente enPhilipKoloski.com