Una de las mejores formas para combatir a nuestro hipócrita interior es hacer compromisos firmes y públicos que nos ayudarán a no caer
Todos tenemos que combatir a nuestro hipócrita interior, ese hipócrita que en algunas ocasiones dejamos que se albergue dentro de nosotros. A nadie le gusta tener cerca a un hipócrita, una persona que dice una cosa y hace otra, pero a menudo me pregunto si nuestro disgustos hacia las personas hipócritas refleja algo sobre nosotros mismos.
Quizás no soportamos a los hipócritas porque nos recuerdan lo que no podemos soportar de nosotros mismos: hacemos promesas que no podemos cumplir, resoluciones que no terminamos de hacer, nos prometemos con nosotros mismos a levantarnos temprano, ser más organizados, y culminar tareas pendientes.
5 formas para combatir a nuestro hipócrita interior.
Una de las mejores formas para combatir a nuestro hipócrita interior es hacer compromisos firmes y públicos, que nos ayudarán a apartarnos de caer en el incumplimiento.
Basaremos nuestra reflexión en una lectura bíblica, en la que los antiguos israelitas se enfrentan a un momento similar sobre el compromiso.
1. Hacer un convenio.
Aquella generación del Éxodo, fue testigo de la obra salvadora de Dios en el Mar Rojo y recibieron la ley en el monte Sinaí.
Sin embargo, ellos le temían a Dios, por lo que Moisés actuó como su representante en la montaña, para este punto, Éxodo 24, ya habían obtenido los Diez Mandamientos y muchas otras leyes.
Con el fin de validar el recibimiento formal de la ley y su alianza con Dios, ellos tenían una única ceremonia sagrada, parte de la cual se describe en esta lectura.
Nuestra lectura comienza y termina con una expresión de compromiso por parte de los israelitas, ellos dicen "Nosotros Cumpliremos todas las palabras que ha dicho Yahveh." (Éxodo 24,3), después de la ceremonia vuelven a reafirmar esa promesa.
2. Juramento de obediencia.
A través de este juramento de obediencia los israelitas toman una posición firme y pública en contra de la hipocresía, reconocen lo que Dios ha hecho por ellos y quieren corresponderle, en la única forma que pueden: la obediencia.
No pueden salvarse de los egipcios o conquistar la tierra prometida o escribir su propia ley, ellos reciben esos dones de Dios, quien es capaz de hacer todo eso por amor a su pueblo.
Cuando Dios nos otorga dones, es difícil darle algo a Él, no porque no queramos, sino porque Dios no necesita nada de lo que tengamos para ofrecerle.
Sin embargo podemos ofrecerle todo nuestro ser, que es lo que realmente Él busca. Los israelitas prometieron la obediencia a su ley, a la alianza que Él hizo con ellos.
3. Recordatorio y sacrificio.
Después del juramento inicial de los israelitas, y las escrituras de Moisés bajo las leyes de la alianza, Moisés establece doce pilares de piedra bajo la base de la montaña.
Esas estelas, funcionaban como un recordatorio permanente de la alianza que juraron cumplir ese día, junto con los documentos escritos que él había preparado. Me recuerdan a un anillo de bodas o a una vela bautismal, algo que mantenemos como un recordatorio de un compromiso que hayamos hecho hace mucho tiempo.
Los pilares de piedra eran un objeto religioso común en el antiguo y Cercano Oriente, y muchos tipos diferentes de ellos han sido encontrados por los arqueólogos, algunos tienen escrituras o decoraciones, mientras que otros son lisos. No sabemos cómo lucía la estela de Moisés, pero su propósito de recordatorio era evidente.
Los sacrificios que acompañaban el juramento servían para sellar la alianza. Anteriormente, en el mismo Libro del Éxodo, Moisés le había suplicado muchas veces al Faraón para que les permitiera a las personas irse y así pudieran ofrecerle sacrificios a Dios. Este momento, en Éxodo 24, es el momento culmen de este sacrificio, que anticipa las solicitudes de Moisés.
Los únicos sacrificios anteriores fueron en la Pascua (aún en Egipto) y con Jetró (Éxodo 18,12). Las alianzas o pactos en Biblia se confirman normalmente con un sacrificio de sangre "según la Ley, casi todas las cosas han de ser purificadas con sangre, y sin efusión de sangre no hay remisión" (Hebreos 9,22)
4. Una consagración misteriosa.
Mientras que los rituales de sacrificio son comunes en la Biblia, esta es una de las dos veces que la sangre del animal sacrificado es en realidad rociada sobre las personas que participan en el rito, el otro episodio similar es la consagración de los sacerdotes levitas (Levítico 8,30, anticipado por Éxodo 29,21).
En nuestra lectura del Éxodo 24, el pueblo se consagra como "un reino de sacerdotes, y una nación santa" (Éxodo 19,6) como Dios les había prometido. El derramamiento de sangre, podría hacernos pensar en un ritual de "hermanos de sangre" al mezclar la sangre de los participantes.
De hecho, la sangre es derramada tanto sobre la gente como en el altar, que representa a Dios en la ceremonia. La sangre también hace hincapié en la gravedad del ritual, es un juramento hasta la muerte.
Los participantes implican con sus acciones que si uno viola el acuerdo, su destino será similar al del animal sacrificado. Así que el ritual de rociar sangre confirma el compromiso de la alianza y sirve para consagrar al pueblo, para hacerlos santos.
5. Derrotando al hipócrita que llevamos dentro.
Este Leccionario, nos ofrece una lectura sobre un antiguo ritual de sangre en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. De hecho, la segunda lectura de Hebreos 9, refleja de nuevo este episodio en el Éxodo, para explicar la muerte expiatoria de Cristo.
Mientras Moisés santificó los ejemplares de las cosas celestiales con la sangre de los animales (Hebreos 9,19-23), Jesús nos santificó a nosotros con su propia sangre (19,24)
Se necesita algo más que una promesa para derrotar al hipócrita interior. Necesitamos la ayuda de Dios, no importa cuántos juramentos profesemos o cuanto manifestemos nuestra sinceridad, nuestra voluntad es débil. Necesitamos la misericordia de Dios, su consagración y su perdón, con el fin de conquistarnos a nosotros mismos.
Afortunadamente, su ayuda no estaba limitada a los antiguos israelitas, está disponible para todos nosotros, a través del nuevo Moisés, quien antecede a la persona más libre de hipocresía que jamás conocerás.
