Evangelio de hoy Lunes, 14 de Noviembre, 2022. Lecturas de hoy, Oración del día. Reflexión Papa Francisco (Lucas 18,35-43): Hijo de David, ten Piedad de Mí
¡Jesús, Hijo de David, ten Compasión de Mí!.
Santo Evangelio de hoy explicado del Lunes, 14 de Noviembre, 2022 y las Lecturas de hoy para reflexionar. Palabra diaria con el Evangelio del día, en Lucas 18,35-43: "El ciego se puso a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!". Pequeña meditación del Evangelio de hoy Lunes. Lecturas de hoy con la oración del día (Lunes de la semana 33 del Tiempo Ordinario). Reflexión del Papa Francisco para hoy: "Jesús derrama su misericordia sobre todos los que encuentra: Los llama, los hace venir a él, los reúne, los cura e ilumina".
Índice de las lecturas de hoy.
Celebraciones del día:
San Nicolás Tavelic, Predicador mártir.
Antífona de hoy.
"El Señor dijo: Pienso en la paz y no en la aflicción. Me invocaréis, y yo os responderé, y haré volver a vuestros cautivos de todos los lugares". (Cfr. Jeremías 29,11.12.14
Oración colecta.
Concédenos, te rogamos, Señor, nuestro Dios, la alegría constante de estar consagrados a ti, porque es una felicidad plena y duradera servir con constancia al autor de todo lo bueno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Lecturas de hoy Lunes.
Primera Lectura para el Evangelio de hoy Lunes. Lectura del Libro del Apocalipsis 1,1-4; 2,1-5: "Piensa en lo que eras antes de caer, y arrepiéntete".
Esta es la revelación que Dios dio a Jesucristo para que informara a sus siervos de las cosas que van a suceder muy pronto; envió a su ángel para que se la diera a conocer a su siervo Juan, y este ha escrito todo lo que vio y jura que es palabra de Dios garantizada por Jesucristo. Feliz el hombre que lea esta profecía, y felices los que la escuchen, si atesoran todo lo que dice, porque el Tiempo está cerca. De Juan, a las siete iglesias de Asia: gracia y paz a vosotros de parte del que es, del que era y del que ha de venir, de los siete espíritus en su presencia ante su trono. Oí que el Señor me decía: "Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso y dile: "Este es el mensaje del que tiene las siete estrellas en su mano derecha y que vive rodeado de los siete candelabros de oro: Lo sé todo sobre vosotros: lo mucho que trabajáis y lo mucho que aguantáis. Sé que no soportas a los malvados, y cómo pusiste a prueba a los impostores que se hacían llamar apóstoles y demostraste que eran unos mentirosos. Sé también que tienes paciencia y que has sufrido por mi nombre sin cansarte. Sin embargo, tengo esta queja: ahora tienes menos amor que antes. Pensad dónde estabais antes de caer; arrepentíos, y haced lo que solíais hacer al principio"
Salmo de hoy Lunes.
Salmo Responsorial de las lecturas de hoy tomado del Libro de los Salmos 1,1-4.6:
"A los que resulten victoriosos los alimentaré del árbol de la vida". (R).
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Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados ni se queda en el camino de los pecadores ni se sienta en compañía de los despreciadores, sino que se deleita en la ley del Señor y que medita su ley día y noche.
"A los que resulten victoriosos los alimentaré del árbol de la vida". (R).
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Es como un árbol que está plantado junto a las aguas que fluyen, que da su fruto a su debido tiempo y cuyas hojas nunca se marchitan y todo lo que haga prosperará.
"A los que resulten victoriosos los alimentaré del árbol de la vida". (R).
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No así los malvados, no así. Porque ellos, como la paja aventada, se los llevará el viento: porque El Señor guarda el camino de los justos, pero el camino de los malvados lleva a la perdición.
"A los que resulten victoriosos los alimentaré del árbol de la vida". (R).
Aclamación de hoy.
¡Aleluya, aleluya! Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me siga tendrá la luz de la vida. ¡Aleluya! (Aclamación del Evangelio de hoy, tomado de Juan 8,12)
Evangelio de hoy - Lucas 18,35-43.
Evangelio de hoy explicado - Lecturas de hoy Lunes, para el Santo Evangelio del día: "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí".
En aquel tiempo, cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!". Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". Él respondió: "Señor, que yo vea otra vez". Y Jesús le contestó: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado". En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios". Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco.
"Jesús derrama su misericordia sobre todos los que encuentra: Los llama, los hace venir a él, los reúne, los cura e ilumina". Papa Francisco.
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días! Un día, Jesús, acercándose a la ciudad de Jericó, obró un milagro al devolver la vista a un ciego que estaba pidiendo limosna en la calle (cf. Lc 18,35-43). Hoy queremos captar el significado de este signo, porque nos toca directamente. El evangelista Lucas dice que este ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna (cf. v. 35). Los ciegos en aquella época, pero también no hace mucho tiempo, solo podían vivir de la limosna. La figura de este ciego representa a muchas personas que, también hoy, están marginadas a causa de una discapacidad, ya sea física o de otro tipo. Está separado del rebaño, sentado mientras la gente pasa: ocupado, perdido en sus pensamientos y en tantas cosas... Y el camino, que podría ser un lugar de encuentro, para él es, en cambio, un lugar de soledad. Las multitudes pasan, y él está solo.
Es triste imaginar a una persona marginada, sobre todo con el telón de fondo de Jericó, un hermoso y exuberante oasis en el desierto. Como sabemos, fue a Jericó a donde llegó el pueblo de Israel al final del largo éxodo de Egipto: esa ciudad representa la puerta de entrada a la tierra prometida. Recordamos las palabras que Moisés proclamó en ese contexto "Si hay entre vosotros un pobre, uno de vuestros hermanos, en cualquiera de vuestras ciudades dentro de la tierra que os da El Señor, vuestro Dios, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre. Porque el pobre nunca dejará de estar en la tierra; por eso te ordeno que abras la mano a tu hermano, al necesitado y al pobre, en la tierra" (Dt 15,7.11). El contraste entre esta recomendación de la Ley de Dios y la situación descrita en el Evangelio es sorprendente: mientras el ciego gritaba llamando a Jesús, la gente le increpaba para que se callara, como si no tuviera derecho a hablar. No tenían compasión por él; sus gritos solo les molestaban.
Cuántas veces nos sentimos molestos cuando vemos a muchas personas en la calle: gente necesitada, enferma, hambrienta. Cuántas veces, cuando nos encontramos frente a los numerosos refugiados, nos sentimos molestos. Es una tentación que todos tenemos. Todos nosotros; ¡yo también! Por eso la Palabra de Dios nos amonesta, recordándonos que la indiferencia y la hostilidad nos vuelven ciegos y sordos, nos impiden ver a nuestros hermanos y no nos permiten reconocer al Señor en ellos. Indiferencia y hostilidad. A veces, esta indiferencia y hostilidad pueden llegar a convertirse en agresión e insulto: "¡Échalos a todos!"; "¡ponlos en otro sitio!". Cuando el ciego gritaba, la gente expresaba esta agresión: "salgan de aquí, vamos, dejen de hablar, dejen de llorar".
Fijémonos en un detalle interesante. El evangelista dice que alguien de la multitud explicó al ciego la razón por la que se había reunido toda esa gente, diciendo: "¡Jesús de Nazaret pasa por aquí!" (v. 37). El paso de Jesús se indica con el mismo verbo con el que el Libro del Éxodo habla del paso del Ángel de la Muerte, que salva a los israelitas en la tierra de Egipto (cf. Éxodo 12,23). Es el "paso" de la Pascua, el comienzo de la liberación: cuando Jesús pasa, siempre hay liberación, siempre hay salvación. Por eso, para el ciego, fue como si se anunciara su Misterio Pascual. Sin dejarse intimidar, el ciego grita repetidamente a Jesús, reconociéndolo como el Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, abrió los ojos de los ciegos (cf. Isaías 35,5). A diferencia de la multitud, este ciego ve con los ojos de la fe, gracias a lo cual su súplica tiene una poderosa eficacia. En efecto, al oírlo, "Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran" (v. 40). Con ello, Jesús aparta al ciego del borde del camino y lo pone en el centro de la atención de sus discípulos y de la multitud. Pensemos también en que, cuando hemos estado en situaciones terribles, incluso de pecado, ha sido Jesús quien nos ha llevado de la mano lejos del borde del camino y nos ha dado la salvación. De este modo, se consigue un doble paso. Primero: la gente anunciaba la buena noticia al ciego, pero no querían saber nada de él; ahora Jesús les obliga a todos a ser conscientes de que la buena noticia implica poner en el centro del camino a la persona que estaba excluida de él. Segundo: a su vez, el ciego no podía ver, pero su fe le abrió el camino de la salvación, y se encuentra en medio de todos los que se habían detenido en el camino para ver a Jesús.
Hermanos, el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une todo lo que le rodea para permitirnos reconocer a quien está necesitado de ayuda y de consuelo. Jesús también pasa en tu vida; y cuando Jesús pasa, y me doy cuenta, es una invitación a acercarme a él, a ser mejor, a ser mejor cristiano, a seguir a Jesús.
Jesús se dirige al ciego y le pregunta: "¿Qué quieres que haga por ti?" (v. 41). Estas palabras de Jesús son sorprendentes: el Hijo de Dios se presenta ahora ante el ciego como un humilde servidor. Él, Jesús, Dios, dice: "Pero, ¿qué quieres que haga por ti? ¿Cómo quieres que te sirva?". Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús, no llamándole ya "Hijo de David", sino "Señor", el título que desde el principio la Iglesia aplica a Jesús resucitado. El ciego pide poder volver a ver, y su deseo es escuchado: "Recibe la vista; tu fe te ha curado" (v. 42). Mostró su fe invocando a Jesús y queriendo por todos los medios encontrarse con Él, y esto le trajo el don de la salvación. Gracias a su fe, ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús.
Por eso, el relato termina afirmando que el ciego "le siguió, glorificando a Dios" (v. 43): se convierte en discípulo. De mendigo a discípulo: este es también nuestro camino. Todos somos mendigos, todos. Siempre estamos necesitados de salvación. Y todos nosotros deberíamos dar este paso cada día: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se pone en marcha detrás del Señor, formando parte de su comunidad. El que querían silenciar ahora da testimonio en voz alta de su encuentro con Jesús de Nazaret, y "todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios" (v. 43). Se produce un segundo milagro: lo que le ocurrió al ciego permite también al pueblo ver por fin. La misma luz los ilumina a todos, uniéndolos en una oración de alabanza. Así, Jesús derrama su misericordia sobre todos los que encuentra: Los llama, los hace venir a él, los reúne, los cura e ilumina, creando un pueblo nuevo que celebra las maravillas de su amor misericordioso. Dejémonos también llamar por Jesús, y dejémonos curar por Jesús, perdonar por Jesús, y sigamos a Jesús, alabando a Dios. Que así sea. (Homilía del Papa Francisco sobre el Evangelio de hoy)
Oración para el Evangelio de hoy.
Reza la oración de hoy Lunes. Una oración de Calma por tus intenciones. Palabras a reflexionar del Evangelio de hoy: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Recomendado para hoy.
¿Estás realmente preparado para enfrentar el final? - Corremos el peligro de no prepararnos para el encuentro más importante para el cual nuestra vida en la tierra no es más que una preparación.
¿Preparados para enfrentar el final?.
Frase de reflexión.
Jesús recorre el camino de los profetas: se presenta como no nos lo esperamos. No lo encuentra quien busca milagros, sensaciones nuevas, una fe hecha de poder y signos externos. Lo encuentra, en cambio, quien acepta sus caminos y sus desafíos. (Papa Francisco)
Reflexión del Evangelio de hoy.
Al meditar las lecturas y el Evangelio del día explicado, escuchemos ahora la meditación en audio del Santo Evangelio de hoy Lunes, según San Lucas 18,35-43: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!".
Pidamos ayuda al Espíritu Santo, para que nos ayude a meditar lo que nos ha dicho a cada uno de nosotros, la reflexión del Evangelio de hoy.
Intenciones para el Evangelio de hoy.
Profundicemos con las lecturas de hoy y el Santo Evangelio de hoy Lunes, 14 de Noviembre, 2022, en Lucas 18,35-43: "El ciego se puso a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!". La oración del día nos ayuda con la meditación. Frase del Papa Francisco para recordar hoy: "Jesús derrama su misericordia sobre todos los que encuentra: Los llama, los hace venir a él, los reúne, los cura e ilumina". Escribe ahora en los comentarios tus peticiones de oración. Paz y bien a tu vida.
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