Papa Francisco: Madres y abuelas ayudan a curar las heridas del corazón. Durante la conquista, fue Nuestra Señora de Guadalupe quien transmitió la fe correcta
El Papa: Madres y Abuelas ayudan a Curar las Heridas del Corazón
Lago Santa Ana en Alberta, Canadá, 26/07/22) - Después de haber celebrado la Santa Misa en el estadio de la Commonwealth de Edmonton, el martes, el Papa Francisco se unió a los peregrinos indígenas en un lago conocido por sus curaciones milagrosas, lago de Santa Ana, y les animó a depositar sus cargas en la orilla. Durante su corta peregrinación allí, en su homilía, el Santo Padre Francisco afirmó que las madres y las abuelas ayudan a Curar las Heridas del Corazón y que los pueblos indígenas y los abuelos son un precioso tesoro de la Iglesia. La Iglesia necesita sanación.
Lago de Santa Ana.
El lago de Santa Ana es uno de los lugares más sagrados para los pueblos indígenas de América del Norte, conocido desde hace mucho tiempo como lugar de curación.
Desde la década de 1880, los Cree y los Sioux, los Métis, los Blackfoot, los Dene y otros de toda la Isla de la Tortuga - América del Norte - han viajado al Lago Santa Ana, a unas 45 millas al oeste de Edmonton, para una peregrinación en torno a la fiesta del 26 de julio de los Santos Joaquín y Ana.
[Vista del lago de Santa Ana en Canadá, famoso por la creencia de las propiedades curativas de su agua]
El lago, llamado Wakamne ("Lago de Dios") por los Nakota Sioux y "Lago del Espíritu" por el pueblo Cree, es conocido por sus aguas curativas y por su significado espiritual tanto para los católicos como para los pueblos indígenas de Canadá y del noroeste de Estados Unidos.
Un misionero católico quebequés le dio el nombre de Santa Ana, madre de María y abuela de Jesús, y lanzó la peregrinación a finales del siglo XIX, celebrando la semana de su fiesta, el 26 de julio.
Papa Francisco en el Lago Santa Ana.
Como la mayoría de los 40.000 peregrinos que hacen el viaje cada año, el Papa Francisco se detuvo en una estatua de Santa Ana en su camino hacia el agua, rindiendo homenaje a la abuela de Jesús.
Cerca del lago, conocido por sus propiedades curativas, el Papa Francisco se detuvo a rezar mirando al Este, luego al Sur y después al Oeste. Finalmente, orientado hacia el Norte y con vistas al lago, bendijo el agua, tal y como han hecho los obispos durante décadas al inicio de la peregrinación cada año.
Volver a las fuentes de nuestra fe
Tras bendecir el agua del lago y a los fieles presentes con ella, el Papa Francisco presidió una Liturgia de la Palabra. El Santo Padre comenzó su homilía señalando que el batir de los tambores que introducían la celebración "parece el eco del latido de los corazones" de los numerosos peregrinos que durante generaciones han caminado juntos para llegar a este "lago de Dios", buscando la curación de sus aguas.
El Papa señaló además que la contemplación silenciosa de estas aguas, donde se percibe "el latido materno de la tierra", nos inspira a volver a las fuentes de la vida y de nuestra fe. "De hecho -dijo- nos permite, en espíritu, visitar los lugares santos, imaginar a Jesús, que desarrolló gran parte de su ministerio a orillas de un lago: el Mar de Galilea".
[Papa Francisco en momento de oración a orillas del lago de Santa Ana, en Canadá]
Un Mensaje de Comunión.
Dios eligió el contexto ricamente diverso de esta zona periférica en la que confluyen varios pueblos, para anunciar al mundo su mensaje "revolucionario" de fraternidad. Ese mensaje, dijo el Papa Francisco, resuena hoy en el sonido de los tambores que atraviesan los siglos y unen a los diferentes pueblos. "Nos recuerda que la fraternidad es auténtica si une a los que están lejos, que el mensaje de unidad que el cielo envía a la tierra no teme las diferencias, sino que nos invita a la comunión, para empezar de nuevo juntos, porque todos somos peregrinos en camino".
[El Papa Francisco saluda a los jefes de las comunidades indígenas, cerca del lago de Santa Ana]
El agua da vida
Centrándose en las lecturas de la Liturgia extraídas del Libro de Ezequiel (Ez 47, 1-2. 8-9. 12), el Papa Francisco reiteró el papel crucial de las abuelas, específicamente en las comunidades indígenas, en la transmisión del "agua viva de la fe". "La fe rara vez viene de la lectura de un libro a solas en un rincón", dijo el Papa, "en cambio, se propaga dentro de las familias, transmitida en el lenguaje de las madres, en los acentos dulcemente líricos de las abuelas". Al tiempo que les agradecía su valioso papel, reiteró su llamamiento a las familias para que aprecien y cuiden a sus mayores.
"Quisiera decir a todas las familias que tienen ancianos en casa: ¡poseéis un tesoro! Guarden esta fuente de vida dentro de sus hogares: cuídenla, como un precioso legado que debe ser amado y apreciado", indicó el Papa Francisco.
[Papa Francisco ora frente al Lago de Santa Ana, Canadá]
El agua sana.
El Papa Francisco se centró entonces en el poder curativo del agua en el contexto de las heridas sufridas por los pueblos indígenas de Canadá tras la colonización europea. Recordando el ministerio de Jesús a orillas del Mar de Galilea, imploró al Señor, por intercesión de María y de Santa Ana, que ayude a curar esas profundas heridas.
"En este lugar bendito, donde reinan la armonía y la paz, les presentamos la desarmonía de nuestras experiencias, los terribles efectos de la colonización, el dolor imborrable de tantas familias, abuelos y niños", dijo el Papa Francisco.
La abuelas y el proceso de curación
El Papa Francisco, de nuevo, destacó el papel de las madres y abuelas de las comunidades indígenas también para ayudar a sanar esas heridas, refiriéndose concretamente a la figura de la abuela de Dios, que fue introducida a los pueblos indígenas de Canadá por los misioneros a través de un eficaz proceso de inculturación.
Recordó así el Papa Francisco, que parte de la "dolorosa herencia" de la colonización europea "proviene del hecho de que a las abuelas indígenas se les impidió transmitir la fe en su propia lengua y cultura". "Esa pérdida fue ciertamente trágica, pero vuestra presencia aquí es un testimonio de resiliencia y de nuevo comienzo, de peregrinación hacia la curación, de un corazón abierto a Dios que sana la vida de las comunidades", indicó el Papa Francisco.
Toda la Iglesia necesita curación
El Papa Francisco señaló entonces que, hoy, "toda la Iglesia necesita sanación", invitando a los peregrinos a contribuir a la construcción de una "Iglesia Madre" capaz de "abrazar a cada uno de sus hijos e hijas", que "esté abierta a todos y hable a todos", y "se encuentre con todos". Además, subrayó que "si queremos cuidar y sanar la vida de nuestras comunidades, tenemos que empezar por los pobres y los más marginados", incluidos los ancianos que corren el riesgo de morir solos, pero también los jóvenes "que son más interrogados que escuchados", dijo el Santo Padre.
[Celebración de la liturgia de la Palabra con el Papa Francisco, en unión con los pueblos indígenas, lago Santa Ana, Canadá]
Señalando que Jesús nos llama a "salir, a dar, a amar", el Papa Francisco invitó a todos los fieles a preguntarse qué pueden hacer por los necesitados, y en concreto por los Pueblos Indígenas que tanto han sufrido.
"A veces, una buena manera de ayudar a los demás no es darles inmediatamente lo que piden, sino acompañarles, invitándoles a amar y a darse. De este modo, a través del bien que puedan hacer a los demás, descubrirán sus propios arroyos de agua viva, y el tesoro único y precioso que realmente son", expresó el Papa Francisco.
Pueblos indígenas: tesoro para la Iglesia
En sus últimas palabras, el Papa expresó su esperanza de que la Iglesia pueda avanzar ayudando al proceso de curación de los Pueblos Indígenas de Canadá, reiterando lo preciosos que son para él y para la Iglesia.
"Que el Señor nos ayude a avanzar en el proceso de curación, hacia un futuro cada vez más sano y renovado. Creo que este es también el deseo de vuestras abuelas y vuestros abuelos. Que los abuelos de Jesús, los santos Joaquín y Ana, nos bendigan en nuestro camino", dijo el Papa Francisco para concluir su homilía en la peregrinación al lago de Santa Ana en Canadá.
