Papa Francisco: ¿Qué podemos hacer para que nuestros corazones no se preocupen? Conoce los 2 remedios del Papa para un corazón atribulado
El Papa Francisco dijo que hay dos "remedios" para un corazón atribulado. "Tal como Jesús dijo a los discípulos, "No dejen que sus corazones se turben", Él dice lo mismo a sus seguidores hoy en día en medio de"los dramas de la vida", así lo expresó el Papa Francisco en su reflexión antes de recitar la oración "Regina Coeli" de la biblioteca Papal en el Palacio Apostólico.
En esta charla antes del rezo del "Regina Coeli" y en la misa de esa mañana, el Papa Francisco se centró en el "último discurso" de Jesús a los discípulos en la Última Cena, una parte del cual fue la lectura del Evangelio del día de San Juan 14:1-12.
2 remedios para un corazón atribulado.
En su discurso principal del mediodía, el Papa Francisco dijo que hay dos "remedios" para un corazón atribulado.
Pero, ¿qué podemos hacer para que nuestros corazones no se preocupen, porque nuestros corazones se preocupan.
El primer remedio para un corazón atribulado es confiar en Jesús y el segundo es creer en su promesa de que los que le aman estarán con él para siempre en el cielo.
No vivimos sin una meta y un destino. Jesús nos ha reservado un lugar en el cielo. Asumió nuestra humanidad para llevarnos más allá de la muerte a un nuevo lugar en el cielo, para que donde él esté, nosotros también podamos estar.
Dios está enamorado de nosotros; somos sus hijos. Fuimos hechos para el cielo, para la vida eterna, para vivir para siempre.
En la misma lectura del Evangelio, Jesús dice a sus discípulos, "Yo soy el camino, la verdad y la vida."
Ir al cielo, el camino es Jesús; es tener una relación viva con él, imitarlo en el amor, seguir sus pasos.
El camino que Jesús señala es el camino del amor humilde, la oración, la mansedumbre, la confianza y el servicio a los demás. Es avanzar cada día preguntándole:
- "Jesús, ¿qué piensas de esta elección mía?
- ¿Qué harías en esta situación, con esta gente?".
En su misa matutina de ese día, el Papa Francisco se había centrado en las dos últimas líneas de la lectura del Evangelio:
Confianza en Dios.
"Todo lo que pidan en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pides algo en mi nombre, lo haré".
Jesús quiere que la gente tenga la misma confianza en el Padre que él tenía, el mismo valor para rezar porque rezar requiere valor. Requiere el mismo coraje, la misma franqueza que se necesita para predicar.
En la primera lectura del día, los apóstoles escogieron diáconos para cuidar de los pobres, diciendo a la comunidad, "No es justo que descuidemos la palabra de Dios para servir en la mesa".
La primera tarea de un obispo es rezar... Es triste ver a un buen obispo tan abrumado con las tareas administrativas y financieras que piensa que no tiene tiempo para rezar.
Así es como la iglesia avanza: con la oración, con el coraje de la oración. Porque la iglesia sin este ascenso al Padre no puede sobrevivir.