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Categoría: Celebración del día
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Vivió una vida llena de caridad hacia los pobres, en oración, ayuno y penitencia. Tuvo visiones del Señor Jesús y obró milagros en su nombre

Santa Sperandia. Religiosa. Patrona de mujeres estériles
Fiesta: 11 de septiembre

Sperandia significa: Esperanza en Dios

Sperandia nació en Gubbio, Umbría, probablemente alrededor de 1216 y murió en el año 1276. Vivió, en una época y una región, en la que el ideal de pobreza evangélica propuesta por San Francisco atrajo a una gran cantidad de seguidores.

Patrona de los niños enfermos, mujeres estériles y encarcelados

Biografía

Nació en Gubbio, de una familia perteneciente a la nobleza. En aquella época, muchos son los fervientes cristianos de la región que infunde el amor de Dios en el corazón de su pequeña alma. Desde los primeros años, sentía el amor de Dios en su corazón y pasaba lagros momentos rezando a la Santísima Virgen María.

A la corta edad de nueve años, Sperandia tuvo una visión de que Jesús le revelaba que debía arrojar sus ropas y hacer penitencia. El despojo de la ropa indicada despojarse de los bienes materiales y de la elección total de una vida espiritual. A partir de ese entonces, Sperandia se visitó con una piel de cerdo, con un cinturón de hierro en las caderas y se alejó de la familia para seguir así la llamada del Señor.

Una vida llena de sacrificios

Toda la vida de Santa Sperandia estuvo impregnado de una profunda meditación en la oración y sobre todo por la meditación continua de la Pasión de nuestro Señor, las cuales, en algunas oportunidades, le causaban éxtasís y visiones alegóricas, especialmente el Viernes Santo.

Ella acompañó la oración con una vida dura de penitencia, en la que practicó la abstinencia de por vida y largos ayunos en tiempos de Cuaresma

La última Cuaresma de su vida la pasó en la región de Cingoli, en Sasso de Citona, hoy llamado "Gruta de santa Esperanza. Sperandia pasó esos cuarenta días de la Cuaresma en un clima extremadamente frío, sin bata, con la cabeza descubierta y descalza, encerrada en una pequeña choza.

El don de los milagros

Para un alma tan sacrificada, el Señor no pudo resistir a sus encantos y le otorgó el carisma de los milagros, tanto en su vida, así como después de su muerte, obrando en una multitud de devotos. Con la señal de la cruz, la santa hizo maravillas, en especial predilección por los niños enfermos, las mujeres estériles y los encarcelados.

Otro rasgo imponente de su vocación fue la caridad que tenía para con los pobres, a quienes siempre les dirigía palabras ánimo, llenas de fe y esperanza, como: "El Señor proveerá", "Confía en el Señor", etc.

Santa Sperandia también fue llamada a resolver desacuerdos entre las ciudades o incluso dentro de la misma ciudad.

Una vida peregrina

Sperandia además fue una santa peregrina, al principio de su vocación hasta cerca de los últimos días de su vida. Ella, como muchos santos y religiosas de la Edad Media, tuvo la intención de imitar a Cristo en todos los sentidos, sobre todo en el peregrinaje. Tenía clavada en su mente el pasaje bíblico que dice: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza (Mt 8,20)".

La vida de peregrina que llevó Sperandia le permitió llevar la Palabra de Dios a muchas ciudades y pueblos y colaborar con la construcción del reino de Dios, suscitando muchas conversiones por su predicación, con su ejemplo evangélico y con los milagros obrados en nombre de Dios.

Sperandia visitó Roma, Spoleto, Gubbio, Recanati, Fossato di Vico, Fabriano y Cagli. La tradición cuenta que ella peregrinó también a Tierra Santa. Después de llevar una vida peregrina decidió quedarse en Cingoli, vistiendo el hábito benedictino en el monasterio de San Miguel. A causa de su santidad y autoridad moral, fue elegida abadesa

El Ángel y el milagro de las cerezas

La tradición cuenta el célebre milagro de las cerezas: En el mes de enero, Sperandia había llamado a algunos constructores para la restauración y ampliación del monasterio. Ella les preparó de comer y después de la cena, les preguntó si necesitaban algo más. Los albañiles, burlándose de ella, le respondieron que les hubiera gustado comer unas cerezas frescas. De inmediato la santa se dirigió al monasterio, recurrió a la oración, y se le apareció un ángel en el acto entregándole un plato de cerezas. Sperandia lo llevó a los albañiles, quienes se sorprendieron ante tal prodigio, se arrojaron a los pies de la santa pidiéndole perdón por la burla con la que le habían tratado.

Sperandia murió el 11 de septiembre de 1276. Su tumba pronto se convirtió en un lugar de peregrinación, lleno de gracias y de muchos milagros. Su cuerpo ha permanecido incorrupto por siete siglos y se expone a la veneración de los fieles en el monasterio benedictino de Santa Sperandia en Cingoli

Al a fecha de hoy, los milagros continúan y dan fe de la eficacia de la intercesión de Santa Sperandia.

 
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