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Categoría: Familia

Cuando tus hijos crezcan, importará poco si tienen A o B en un examen de grado, que tan lejos batearon la pelota o si son exitosos. Procura enseñarle estas 12 cosas

12 cosas realmente importantes en la educación de tus hijos.

Nos preocupamos mucho sobre la educación en este país. En el plano político se discute una y otra vez sobre por qué las calificaciones de matemáticas o ciencias de un Estado son superiores a las de otro. Y en casa, tenemos una larga lista de cosas por hacer para nuestros hijos (y para nosotros mismos) para asegurarnos de que pasen sus exámenes, que sepan cómo leer y escribir, y que puedan repetir de memorias las tablas de multiplicar. Incluso nos estresamos sobre si son capaces de hacerlo a la edad adecuada o si lo hacen seis meses antes o después que los otros niños.

Todo eso es importante, pero no está ni cerca a lo importante que son otras cosas en la vida, a las que muchas veces terminamos poniéndole mucha menos atención.

Cuando mis hijos crezcan, realmente no importará si tienen un A o una B en su examen de historia de 7° grado, no importará realmente que tan lejos puedan golpear la pelota de béisbol, ni siquiera importará demasiado si hacen mucho dinero o si son "exitosos" de acuerdo con el mundo.

12 cosas realmente importantes en la educación de tus hijos.

Estas son algunas cosas que les importará más a tus hijos.

1. Que sean humildes.

Tener humildad, no significa que ellos deben creerse menos de lo que son, sino que piensen menos en sí mismos.

La humildad es una cualidad esencial para el crecimiento personal y las relaciones saludables. Ser humilde implica reconocer nuestras limitaciones y errores, aprender de ellos y estar abiertos a mejorar constantemente.

Cuando los hijos son humildes, están dispuestos a escuchar a los demás, a valorar diferentes perspectivas y a trabajar en equipo. Esto les permite construir relaciones más sólidas y desarrollar habilidades de comunicación. La humildad también fomenta la empatía y la compasión hacia los demás, ya que se puede entender y respetar a las personas sin juzgarlas. Además, promueve la modestia, lo que evita caer en actitudes arrogantes o egocéntricas que pueden alejar a otros y generar conflictos.

2. Que sepan que son amados.

Los hijos deben sentir que son amados por sus padres porque el amor es el cimiento de su bienestar emocional. Cuando los hijos se sienten amados y valorados, desarrollan una confianza en sí mismos y seguridad emocional.

El amor de los padres proporciona un ambiente seguro y afectuoso donde los hijos pueden expresar sus emociones, explorar su identidad y crecer emocionalmente. Además, el amor incondicional les da la seguridad necesaria para enfrentar los desafíos de la vida con fortaleza y resiliencia.

Sentirse amados les brinda a los hijos la base necesaria para construir una vida emocionalmente equilibrada y llena de amor hacia Dios, hacia sí mismos y hacia los demás.

3. Que estén en paz.

Esto significa que ellos deben saber quiénes son a los ojos de Dios y que con eso puedan tener y conservar la paz en su corazón.

Los hijos deben buscar tener la paz de Dios porque es un refugio interior que trasciende las adversidades de la vida. En momentos de dificultad, la paz de Dios les proporciona consuelo y esperanza, permitiéndoles enfrentar desafíos con serenidad y fortaleza. Como Padres, den el ejemplo a sus hijos de tener paz cuando vengan los conflictos.

La paz de Dios les permite a los hijos saber cómo enfrentarse al estrés de la vida adulta, a la ansiedad y la incertidumbre. En tiempos de turbulencia, encontrar la paz interna les ayuda a tomar decisiones más sabias y a mantener relaciones más armoniosas en el futuro.

4. Que estén llenos de alegría.

Busquen transmitir a los hijos la alegría verdadera. Porque viven con una esperanza que trasciende esta corta vida. "Estén siempre alegres" (Flp 5,4), insiste el Apóstol.

La alegría es una fuerza transformadora que potencia su bienestar emocional y su calidad de vida. La alegría trae consigo un sentido de gratitud y apreciación por las pequeñas cosas de la vida, lo que les permite encontrar felicidad en momentos cotidianos.

La alegría también actúa como un escudo frente a la adversidad, ayudándoles a los hijos a superar obstáculos y afrontar situaciones difíciles con mayor resiliencia. Además, la alegría es contagiosa en el buen sentido y crea un ambiente reconfortante en las relaciones interpersonales.

5. Que sepan que son pequeños.

Hay que hacerle entender a los hijos que el mundo no se trata solo de ellos. Vivimos en una casa común, y todos somos importantes. Esta conciencia fomenta en los niños la empatía y la comprensión hacia los demás.

Al entender que cada persona tiene sus propias necesidades, deseos y luchas, los hijos aprenden a valorarlo todo y a ser más considerados con los demás. Además, esta perspectiva les permite desarrollar habilidades de cooperación y trabajo en equipo. Aprenden a compartir, a escuchar a los demás y a colaborar para alcanzar objetivos comunes.

6. Que sepan que en Dios todo lo pueden.

Los hijos deben saber que todo lo pueden lograr en Dios porque, como dice Filipenses 4,13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Con fe y confianza en Dios, los hijos pueden encontrar el poder para superar desafíos, alcanzar metas y enfrentar cualquier situación que se les presente.

Reconocer su dependencia en Dios, les brinda a los hijos una esperanza, motivación y perseverancia para enfrentar la vida con valentía y éxito

7. Que sean aventureros.

Al los hijos se les deben enseñar que deben estar dispuestos a abrazar una fe que los llevará más allá de la prisión de sus propios límites.

La vida es una experiencia única y emocionante al lado de Aquel que todo lo puede. Aventurarse, tomado de la mano de Dios, les permite descubrir nuevas oportunidades, expandir sus horizontes y desarrollar habilidades valiosas.

A través de la aventura, los hijos aprenden a enfrentar miedos y a superar obstáculos, lo que fortalece su confianza. Ser aventureros les brinda la posibilidad de crear recuerdos inolvidables y nutrir su crecimiento personal y afianzar su relación persona con Dios.

8. Que sean imaginativos.

Los hijos deben ser capaces de ver que las mejores partes de la vida no pueden ser compradas, medidas o tocadas.

La imaginación es la llave que desbloquea un mundo lleno de posibilidades y de creatividad. A través de la imaginación, pueden explorar nuevos mundos, resolver problemas de manera innovadora. La imaginación les permite desarrollar una mente abierta y curiosa, lo que es esencial para su aprendizaje y crecimiento personal. Además, les brinda la capacidad de encontrar belleza y diversión en las cosas más simples, haciéndoles apreciar la magia que se esconde en la vida cotidiana.

9. Que abracen el momento.

Los padres tienen el deber de hacerles comprender a los hijos que el tiempo presente es el único momento que tienen.

El momento presente es el único tiempo que Dios nos regala en el que nos brinda la oportunidad de vivir plenamente, disfrutar de las pequeñas alegrías y aprender de las experiencias diarias. Al abrazar el presente, se liberan del peso del pasado y la ansiedad por el futuro, permitiéndoles encontrar paz y gratitud en el aquí y ahora.

10. Que sean virtuosos.

Los hijos deben aspirar a las mejores virtudes de su naturaleza humana. La virtud es el camino hacia una vida honesta, íntegra, que les ayudará en el camino de concretar el plan y el propósito de Dios para sus vidas.

Al cultivar virtudes como la honestidad, la responsabilidad, la compasión y la humildad, se convierten en personas más respetuosas consigo mismos y con los demás. La virtud les guía hacia decisiones éticas y les ayuda a enfrentar desafíos con integridad y sabiduría. Ser virtuosos no solo enriquece su propia vida, sino que también contribuye positivamente a la sociedad y al mundo que les rodea.

11. Que sepan dar generosamente.

La generosidad es un acto de amor y compasión que beneficia tanto a quienes la reciben como a quienes la dan.

"Practiquen el bien, sean ricos en buenas obras, den con generosidad y sepan compartir sus riquezas. Así adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar la verdadera Vida". (1 Timoteo 6,18-19)

La generosidad les enseña a los hijos a valorar y compartir lo que tienen con los demás, creando conexiones más profundas y significativas en sus relaciones. Al ser generosos, muestran el reflejo de la generosidad de Dios con la humanidad, cultivan empatía y sensibilidad hacia las necesidades de los demás, lo que les impulsa a contribuir positivamente a la sociedad y hacer del mundo un lugar más bondadoso y solidario.

12. Que sepan cómo amar.

Porque para eso nacieron, y porque les mostré cómo, amándolos cada día incondicionalmente y enseñándoles a Dios que los ama perfectamente.

El amor divino es incondicional, compasivo y trascendente. Al aprender a amar de esta manera, cultivan relaciones más genuinas y significativas con los demás. El amor al estilo de Dios les enseña a perdonar, a ser pacientes y a comprender las imperfecciones de los demás. Además, les guía hacia la compasión y el servicio desinteresado, permitiéndoles ser una fuente de apoyo y bondad para quienes les rodean. Amar como Dios ama, trae paz y una profunda conexión con el prójimo y con su propia espiritualidad.

Esto es lo que me gustaría que mis hijos aprendieran, esto es lo que realmente es el éxito. Esto es lo que me gustaría que quisieran ser cuando ellos sean grandes. Todo lo demás, relacionado con las clases, las tareas escolares, los exámenes y la carrera que elijan, es un agregado.

Adaptación y contenido agregado: Andrea Pérez, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: The Radical Life

pildorasdefe andrea perez de quero firmaAndrea Pérez, Venezolana viviendo en Ecuador, hija de Dios, mujer de fe, madre y esposa. De profesión ingeniera, y de corazón misionera. Trabajando día a día en mi crecimiento espiritual y buscando la coherencia, tomando como guía la frase de San Pablo: Cambia tu manera de pensar y cambiará tu manera de vivir (Ro 12,2)

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