Hermoso gesto de amor. Su esposo, afanado en animar a su esposa ciega, trabajó durante dos años hasta cubrir totalmente de rosa su jardín
Cultivó miles de rosas para que su esposa ciega sintiera su aroma.
Los gestos de amor siempre estarán presente en nuestra naturaleza humana. Y es que fuimos hechos desde el amor, por el amor y para el amor. Dijo San Agustín que "la medida del amor es amar sin medida". No existen límites ni imposibles. Bien lo sabemos en esta sección, donde ya hemos visto a un anciano cantar "You´ll Never Know", para decir adiós al amor de su vida; o conocido al hombre que leía 70 años de diarios a su esposa para luchar contra su demencia. Hoy queremos hablarte de otra demostración de amor tan emotiva como las anteriores: la de un japonés que ha cultivado un inmenso jardín de flores para que su esposa invidente pudiese olerlas y sentir su aroma cada mañana.
El amor es una emoción muy compleja y simple al mismo tiempo. Ha existido desde el principio de los tiempos como una expresión misma de Dios, pues como todos sabemos y lo describe el apóstol San Juan, Dios es amor.
¿Cómo nos ama Dios? ¿Cuáles son las expresiones del amor de Dios para nosotros? ¿Cómo afecta esto a nuestras propias expresiones de amor para con otras personas? ¿Cómo podemos amar a los demás verdadera y profundamente imitando a Dios?... Todo esto llega a una sola cosa: vivir el desprendimiento, vivir en servir y amar al otro sin egoísmos.
Se pueden escribir miles de libros sobre las expresiones de amor que podemos tener. O sobre la inmensidad y profundidad del amor de Dios y las múltiples formas en que se manifiesta cada día a cada persona. Solo el amor de Dios nos permite amar verdaderamente a los demás, incluidos los que nos irritan y nos hieren, incluso los que consideramos nuestros enemigos. Y cuando se trata de tener gestos maravillosos de amor con las personas que amamos, a veces ese amor tiende a irse a los extremos de la bondad y generosidad... Y más allá.
Un océano de Rosas en su jardín.
A través de una mirada al blog Distractify, el personal del diario ABC quiso viajar hasta Japón, concretamente hasta Shintomi, en la prefectura de Miyazaki. Allí es donde viven el señor y la señora Kuroki, dos granjeros de avanzada edad, rodeados de un océano de flores rosas que atrae a más de 7.000 visitantes cada año.
No es un espacio público, sino el jardín de su domicilio particular. Una preciosa alfombra que el señor Kuroki decidió elaborar cuando la ceguera, además de robar la vista a su esposa, le dejó también sin sonrisa.
La historia que conduce a la maravilla que acabas de ver en el vídeo de YouTube comienza en 1956, cuando la pareja recién casada decidió trasladarse a ese hogar. Tuvieron dos hijos y vivieron felices durante varios años, hasta que la salud de la señora Kuroki se deterioró. Unos problemas de vista derivados de su diabetes se agravaron hasta dejarla completamente ciega. Fue un durísimo golpe para toda la familia.
La mujer, deprimida, se volvió huraña y se recluyó en el interior de su casa, negándose a salir más allá de lo estrictamente necesario. El señor Kuroki no podía soportar ver el sufrimiento de su amada y comenzó a cavilar, buscando maneras de animarla.
Fue así como apareció en su mente uno de los regalos que todo enamorado ha hecho alguna vez: flores. Pero Kuroki sabía que no bastaría un ramo. Necesitaría muchas, muchísimas flores.
Kuroki empezó a plantar semillas de shibazakura, una especie marcadamente aromática. Pronto comprobó que el olor de las flores atraía a su esposa hacia el exterior y se afanó en su tarea: no paró de trabajar durante dos años, hasta cubrir totalmente de rosa su jardín. Y así es como ha logrado sacar de la depresión y del encierro al amor de su vida, que como puedes observar en las imágenes vuelve a sonreír a diario. Desde luego, le sobran motivos para hacerlo.
Aquí también, en otro video, puedes apreciar las maravillas de este océano de rosas. Se puede apreciar el imponente Monte Fuji que solo puede ser visto en días soleados.
Este buen esposo cultivó este jardín de las maravillas para su esposa invidente para que cada día de su vida sintiera su aroma y recuperara su deseo de vivir y de ser feliz, aun con esta discapacidad.
