Los teléfonos inteligentes están diseñados para absorber y retener nuestra atención durante el mayor tiempo posible
Hay dos maneras de ir por la vida: atento o distraído.
En la primera manera, prestamos atención. Vemos las cosas, nos interesan, nos tomamos tiempo para apreciarlas. Escuchamos cosas para comprenderlas. Buscamos conocer las cosas, no superficialmente, sino en su totalidad. Vivimos en el momento presente, experimentamos el mundo con asombro y saboreamos sus misterios con total aprecio.
En la segunda manera, estamos distraídos. Vemos las cosas, pero no las notamos. Escuchamos cosas, pero no las entendemos. Toda la información de nuestros sentidos la recibimos con el mínimo de atención. Nuestra vida es una neblina, una serie fragmentada de impresiones sensoriales de las que poco estamos conscientes.
La primera describe el modo del poeta que ve plenamente y siente profundamente. La segunda describe la atención frecuentemente fragmentada del hombre moderno, y esto es debido en gran parte a la omnipresente tecnología.
¿Cómo afecta la tecnología nuestra atención?
Al poseer un teléfono inteligente, con frecuencia estaremos agradecidos por sus beneficios. Sin embargo, tan a menudo como estemos agradecidos, estaremos igualmente disgustados con él.
El teléfono inevitablemente atrae nuestra atención y nos mantiene lejos del momento presente. Una breve consulta para un propósito específico rápidamente nos lleva a distraernos por múltiples informaciones que fluyen incesantemente a través de una pantalla de colores brillantes. Es una máquina diseñada para un propósito: absorber y retener nuestra atención durante el mayor tiempo posible.
Si nos damos cuenta, nuestra atención es ahora una mercancía para comprar y vender. Creemos estar relajados, sin pensar, solo navegando a través de nuestro Instagram o Facebook, pero en realidad, los anunciantes compran nuestra atención utilizando nuestra edad y los datos sociales que hemos dado, así los anunciantes saben lo que queremos antes de que nosotros estemos conscientes de necesitar algo y funciona, es casi irresistible, de hecho, está diseñado para ser así.
¿Quieres incrementar o fragmentar tu atención?
Podemos argumentar legítimamente que cada tecnología tiene ventajas y que los teléfonos con internet habilitado no son la excepción. El problema es que los dispositivos digitales están diseñados para fragmentar la atención, donde otras tecnologías pretenden incrementarla. Un ejemplo claro es un libro. Un libro es realmente una pieza de tecnología para transmitir información. Después de la llegada de la imprenta, los libros se convirtieron en el sistema de intercambio de información más utilizado.
Pero la lectura es una experiencia totalmente diferente que el navegar en Facebook. La lectura centra la atención y la lleva a un profundo estado de flujo de concentración sin esfuerzo.
Leer te hace pasar a través de las palabras al reino de las ideas y en el caso de ficción, imágenes y emociones. Toda la estructura de un libro, desde la fuente hasta la disposición de las palabras en una página, está diseñada para ayudar y aumentar la concentración.
Los dispositivos digitales, por otra parte, fragmentan de la atención. Al abrir un teléfono inteligente se nos presenta una pantalla con un abanico de aplicaciones a las cuales podemos ingresar. Debido a que hay varias opciones, nuestra atención inmediatamente se dispersa en direcciones diferentes.
Una vez que entramos a una aplicación, nos enfrentamos a un flujo de información ya sea una lista de correos electrónicos, mensajes de los medios sociales o notificaciones de actividad.
Cada elemento presenta una demanda de atención. Nos invitan a navegar en ellos y engancharnos. Estimula nuestros deseos y nos enseña a actuar por impulso. Y como siempre hay algo nuevo, nuestros cerebros se entrenan muy pronto a esperar la recompensa del nuevo estímulo.
Utilizar un dispositivo digital de este tipo es como ver a una persona que está en una dieta estricta libre de gluten caminar por una tienda de donas, su propósito de dieta no durará mucho.
Debemos luchar y resistirnos a la distracción
El punto no es denigrar a la tecnología. Dispositivos tales como los teléfonos inteligentes de hecho han traído beneficios a nuestras vidas. No tendríamos uno, si no nos ofrecieran beneficios. Pero sin embargo, hay un sentido muy real en el que estos dispositivos nos han empobrecido, distrayéndonos del mundo que nos rodea.
Más a menudo, nos movemos por la vida en una bruma de estímulo y respuesta, dejando de lado la más profunda concentración, necesaria para la contemplación verdadera. ¿Cuántos milagros, cuántas maravillas brillantes nos perdemos porque estamos perdidos en una pantalla de dos dimensiones?
Debemos resistirnos a la distracción, y no a medias. Tenemos una tarea muy difícil que es el luchar contra la distracción. Como cristianos todos estamos llamados a ser poetas, quizá no literalmente, sino en el sentido de contemplar y sentir profundamente el misterio de las cosas.
Citando al poeta Gerard Manley Hopkins, el "mundo está cargado de la grandeza de Dios", pero sin conciencia, sin atención, no podemos experimentar esta realidad sacramental. No podemos recibirlo como el regalo que es, con alegría, asombro y gratitud, si no estamos lo suficientemente despiertos para notarlo. Y no sólo notarlo de una manera superficial y precipitada, sino realmente contemplarlo en su riqueza y belleza.
Nuestra atención fragmentada está causando que nos perdamos una gran cantidad de alegría. Vamos, entonces, a luchar contra el mundo artificial que nos llama, nos absorbe y luego rompe nuestra atención. Esforcémonos para prestar atención y no distraernos. Volvamos a la realidad, a recibir el regalo de la creación con admiración y agradecimiento y ofrezcamos a Él un sacrificio de alabanza.