Hay momentos en que debemos reflexionar, mirar a esa mujer que nos dio la vida, y valorar cada minuto que pasamos junto a ella
Cuando somos pequeños o jóvenes nunca logramos entender con claridad la posición o actitud de nuestras madres ante ciertas cosas. Nos cuesta comprender porque siempre están preocupándose por todo, es fácil sentir que nuestras mamás son unas invasoras de la privacidad, que se inmiscuyen en nuestros asuntos, y más aún que nunca nos comprenden y que no entenderán como nos sentimos ante algunas situaciones de la vida.
Se nos olvida a menudo que ellas son tan humanas como nosotros, y que aunque nos cueste creerlo ellas también tuvieron nuestra edad alguna vez. Ignoramos a veces el hecho de que también tienen sentimientos, de que no somos los únicos creciendo y equivocándose, pues ellas como seres imperfectos también lo hacen.
Valorar consejos y preocupaciones
Muchas veces, escuchamos los "regaños" que ellas a su manera saben darnos, escuchamos sus preocupaciones, sus consejos y sus opiniones, y la mayoría de nosotros solemos pensar que es un fastidio. No aprendemos sino hasta mucho después – usualmente cuando tenemos nuestros propios hijos, o cuando ellas ya no están – que lo único que siempre quisieron era nuestro beneficio, que aprendiéramos a ver el lado positivo de la vida, que superáramos todos los desafíos que se nos presentarán, que fuésemos mejores seres humanos en el futuro.
Hay momentos en que debemos reflexionar, mirar a esa mujer que nos dio la vida, y valorar cada minuto que pasamos junto a ella, porque si tener una mamá preocupada es un fastidio, imagina tener a un pequeño ser humano que llora, se queja, cambia de humor, hace travesuras, no se quiere comportar bien, a veces no hace lo debido, y que en realidad no se puede valer por sí mismo hasta que tiene unos veinte años o más… esos somos nosotros, los hijos.
¿Qué quieren entonces las mamás?
¡No es mucho lo que ellas quieren! Solo quieren que seamos una mejor versión de nosotros cada día, que nos convirtamos en personas buenas y honestas, con valores fundamentales, que nos esforcemos por alcanzar nuestras metas. Ellas solo quieren vernos triunfar y sobre todo, ser felices. Quieren lo mejor para nosotros, a pesar de todo el sacrificio y las dificultades que las hemos hecho pasar, ellas siempre querrán lo mejor para nosotros, y eso me parece admirable.
Entonces si todo lo que quieren es nuestro beneficio, ¿no crees que sea algo que les podamos regalar?, no es muy difícil hacer feliz a alguien más, y no cualquier alguien, sino a nuestra mamá, siendo simplemente personas exitosas en todos los ámbitos de nuestra vida y sobre todo siendo mejores seres humanos. Me parece que eso es un ganar-ganar.
Además de «regalarles» la oportunidad de sentirse orgullosas de sus hijos, ¿por qué no le damos algo más?, y no hablo de algo material, sino de algo muy económico e infinitamente más preciado: ¡Nuestro tiempo!
La próxima vez que veas a tu mamá regálale tu tiempo, tú completa atención. Mírala, escúchala, habla con ella, pregúntale como estuvo su día y cuéntale como estuvo el tuyo, al final dile que la amas y dale un abrazo, te aseguro que ese es el regalo más grande que ella va a poder recibir: sentir que la amas así como ella te ama a ti
-
Autor: Quiannette Quero, publicado originalmente en: PildorasdeFe.net