La desesperación, el desconsuelo, deseos de morir, usar a los hijos para manipular a la pareja, no es muestra de amor, es idolatría
Hay un tema muy delicado que toda persona que desea restaurar su matrimonio debe preguntarse: ¿estaré idolatrando a mi cónyuge?
La desesperación, el desconsuelo insostenible, el deseo de morirnos, el usar a nuestros hijos para manipular a la pareja que se fue o que se quiere divorciar, son muestras de que no amamos como debiéramos, sino que, idolatramos a la otra persona
Recordemos que la idolatría es un pecado, muy pero muy grave, y la idolatría no se refiere precisamente a tener una imagen de la Virgen María o algún Santo, como lo mal interpretan nuestros hermanos esperados... La idolatría es darle a una cosa, actividad o persona el lugar de Dios. Veamos lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC):
(CIC 2113): "La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc.
"No podéis servir a Dios y al dinero", dice Jesús (Mt 6:24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a "la Bestia", negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina.
Es idolatría poner una persona, cosa o deseo por encima de Dios..."
Mientras se coloque al conyuge en el lugar de Dios, el Señor no podrá restaurar las heridas de ese matrimonio, el Señor no puede bendecir algo a lo que se tenga por adoración por encima de Él (como los israelitas en el desierto con el becerro de oro, ¿recuerdan esa historia bíblica?)
Es normal que una separación duela mucho, pero si se llega al desespero extremo, si se comienza a sentir que la vida no vale la pena, pensamientos o deseos de morirse, o si se pierde la fe por el desprecio de la otra persona, se debe hacer una revisión por dentro, examinar el corazón y preguntarse: ¿amo a esta persona más que a Dios?... La respuesta sólo se conseguirá en el silencio y la oración. Sólo la ausencia de Dios puede quitar el sentido a nuestras vidas. En estos casos sólo queda poner en manos de Dios a la persona que se quiere separar y orar por ela.
Si se descubre que la respuesta es que sí se ama a la persona más que a Dios, y que la ausencia de ella le quita el sentido a la vida, entonces se ha caído en el pecado de la idolatría. Al llegar a este punto es buen momento para pedir perdón a Dios y enderezar el camino. Por algo Santa Teresita decía:
"Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta."
Si esta es tu situación debes tener en cuenta que la autocompasión y el descontrol debe desecharse, para así, abrir camino a la sabiduría del Señor. A veces es difícil enfrentarnos a nosotros mismos, pero debemos hacerlo, si queremos que nuestra vida sea plena y verdadera
Dios quiere escarbar en tu corazón y sacar de él todo ese dolor que pueda hacerte daño y lo más importante es que puede ayudarte a enfrentarlo si tú se lo permites. Dile a Dios lo que sientes. Jesús quiere que el amor vuelva a reestablecerse en Ti, pero debes pedirle que los sentimientos no te dominen ni gobiernen.
Salmo 34,19: “El Señor está cerca de las almas que sienten aflicción y salva a los de espíritu abatido.”
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Autor: PildorasdeFe.net