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Categoría: Evangelio del día

Evangelio de hoy domingo 28 de marzo 2021. Lecturas de hoy y oración del día reflexión del Papa Francisco. Marcos 14,1-15,47. Evangelio del día domingo

Lecturas de hoy domingo - Evangelio de hoy 28 de marzo, 2021.

Santo Evangelio de hoy domingo 28 de marzo, 2021 y las Lecturas de hoy para reflexionar. Palabra diaria y reflexión sobre el Evangelio del día, en Marcos 14,1-15,47 - Meditación de la Palabra del Santo Evangelio de hoy por el Papa Francisco. "A través de los sufrimientos y heridas de Cristo fuimos sanados. Encontramos sanación a través del dolor de Jesús". Se propone las lecturas de hoy con la oración del día para tu vida en el Domingo de Ramos (Domingo de Pasión) del Evangelio de hoy. Palabra diaria para crecer con Dios.

Índice de las lecturas de hoy.

Celebración del día:

Domingo de Ramos (Domingo de Pasión)


Lecturas de hoy domingo.

Primera Lectura para el Evangelio de hoy en el quinto domingo de Cuaresma. Lectura del Libro de Isaías 50,4-7: "No me cubrí la cara contra el insulto: Sé que no seré avergonzado".

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Salmo de hoy domingo.

Lecturas de hoy del Libro de los Salmos 21(22):8-9,17-20,23-24: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (R).

  • Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto le quiere." (R).
  • Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. (R).
  • Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. (R).

Segunda Lectura de hoy.

La Segunda Lectura para el Evangelio de hoy tomada de Filipenses 2,6-11: "Cristo se humilló, pero Dios lo elevó a lo alto".

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Aclamación del Evangelio de hoy.

"Alabado seas, oh Cristo, rey de la gloria eterna. Cristo fue más humilde aún, hasta aceptar la muerte, la muerte de cruz. Pero Dios lo elevó y le dio el nombre que está por encima de todos los nombres. ¡Alabado seas, oh Cristo, rey de la gloria eterna!". (Aclamación Lecturas de hoy tomada de Filipenses 2,8-9).


Evangelio de hoy - Marcos 14,1-15,47.

Evangelio del día:  - Lecturas de hoy para el Santo Evangelio de hoy domingo 28 de marzo (Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en el Domingo de Ramos o Domingo de Pasión)

Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte.

Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían: "No durante las fiestas; porque el pueblo podría amotinarse".

Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.

Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón, el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados: "¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres".

Y criticaban a la mujer, pero Jesús replicó: "Déjenla, ¿por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo".

Le prometieron dinero a Judas Iscariote.

Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero, él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo.

¿Dónde está la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos? 

El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" Él les dijo a dos de ellos: "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: "El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena". Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Uno de ustedes me va a entregar.

Al atardecer llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes, me va a entregar: uno que está comiendo conmigo, me va a entregar". Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: "¿Soy yo?" El Respondió: "Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a morir, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!".

Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre.

Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen: esto es mi cuerpo".

Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: "Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".

Jesús anuncia la negación de Pedro. 

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo:  "Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea". Pedro replicó: "Aunque todos se escandalicen, yo no". Jesús le contestó: "Te aseguro que tú hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres". Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". Y los demás decían lo mismo.

Jesús comienza a sentir terror y angustia.

Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: "Siéntense aquí mientras hago oración". Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: "Tengo el alma llena de una tristeza mortal: Quédense aquí, velando". Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejase de él aquella hora. Decía: "Padre, tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres". 

Volvió donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: "Simón, ¿estás dormido?; ¿no has podido velar ni una hora? Velan y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu esta pronto, pero la carne es débil." 

De nuevo se retiró y se puso a orar repitiendo las mismas palabras. Volvió, y otra vez los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo: "Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. "¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".

Deténganlo y llévenlo bien sujeto.

Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, mandada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: "Al que yo bese, ese es. Deténgalo y llévenlo bien sujeto". Llegó, se acercó y le dijo: "¡Maestro!" Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los presentes, desvainó la espada y de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: "¿Salieron ustedes apresarme con espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes enseñando en el templo, y no me han apresado. Pero, así tenía que ser para que se cumplan las Escrituras."

Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana, y lo detuvieron; pero él, soltó la sábana y se les escapó desnudo.

¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron los sumos sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse.

Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron: "Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días, construiré otro, no edificado por hombres’". Pero ni aun en esto concordaban los testimonios. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús: "¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?" Pero él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?". Jesús contestó: "Sí lo soy. Y un día verán como el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y como viene entre las nubes del cielo".

El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?" Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: "Adivina quien fue". Y los criados también le daban bofetadas.

La negación de Pedro: No conozco a este hombre.

Mientras tanto, Pedro estaba abajo en el patio. Llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo: "También tú andabas con Jesús, el Nazareno." Él lo negó, diciendo: "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir." Salió fuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes: "Este es uno de ellos." Pero él lo volvió a negar, al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro: "Claro que eres uno de ellos, pues eres galileo." Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: "No conozco a ese hombre del que hablan." En seguida canto el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: "Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres", y rompió a llorar.

¿Quieren que suelte al rey de los judíos?

Luego que amaneció se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este le pregunto: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Él respondió: "Si lo soy". Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le pregunto de nuevo: "¿No contestas nada? Mira de cuántos cosas te acusan." Jesús ya no le contesto nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.

Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarse un preso que ellos pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: "¿Quieren  que suelte al rey de los judíos?" Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar: "¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?" Ellos gritaron de nuevo: "¡Crucifícalo!" Pilato les dijo: "Pues, ¿qué mal ha hecho?" Ellos gritaron más fuerte: "¡Crucifícalo!" Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Le pusieron una corona de espinas.

Los soldados lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a burlarse de él dirigiéndole este saludo: "¡Viva, rey de los judíos! Le golpearon la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Llevaron a Jesús al Gólgota.

Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de "la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver lo que le tocaba a cada uno.

Fue contado entre los malhechores.

Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: fue contado entre los malhechores.

Ha salvado a otros, y a sí mismo no se puede salvar.

Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: "¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días sálvate a ti mismo y baja de la cruz." Los sumos sacerdotes se burlaban también de él, y le decían: "ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos." También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Jesús expira dando un fuerte grito.

Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y, a las tres Jesús gritó con voz potente: "Eloí, Eloí, lamá sabktaní." (Que significa: ¿"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?").

Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Miren, está llamando a Elías." Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elías a bajarlo." Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El oficial romano que estaba enfrente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios." Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el Menor y de José), y Salomé, que, cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con él a Jerusalén.

Jesús en el sepulcro.

Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del domingo, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponían. Palabra del Señor.


Reflexión del Evangelio de hoy por el Papa Francisco.

Papa Francisco: ¿Quién eres tú ante el Señor? ¿Eres capaz de traicionarlo?

Para el Evangelio de hoy, vemos que esta semana comienza con una procesión festiva con ramos de olivo: todo el pueblo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban a Jesús. Pero esta semana se encamina hacia el misterio de la muerte de Jesús y de su resurrección.

Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien hacernos una sola pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo ante Jesús que entra con fiesta en Jerusalén? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O guardo las distancias? ¿Quién soy yo ante Jesús que sufre? Hemos oído muchos nombres, tantos nombres. El grupo de dirigentes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley, que habían decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo. ¿Soy yo como uno de ellos?

También hemos oído otro nombre: Judas. Treinta monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se durmieron mientras el Señor sufría. Mi vida, ¿está adormecida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que significaba traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolverlo todo con la espada? ¿Soy yo como ellos?

¿Soy yo como Judas, que finge amar y besa al Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos dirigentes que organizan a toda prisa un tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy como ellos? Y cuando hago esto, si lo hago, ¿creo que de este modo salvo al pueblo?

¿Soy yo como Pilato? Cuando veo  que la situación se pone difícil, ¿me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad, dejando que condenen, o condenando yo mismo, a las personas?

¿Soy yo como aquel gentío que no sabía bien si se trataba de una reunión religiosa, de un juicio o de un circo, y que elige a Barrabás? Para ellos da igual: era más divertido, para humillar a Jesús.

¿Soy como los soldados que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten humillando al Señor?

¿Soy como el Cireneo, que volvía del trabajo, cansado, pero que tuvo la buena voluntad de ayudar al Señor a llevar la cruz?

¿Soy como aquellos que pasaban ante la cruz y se burlaban de Jesús: Él era tan valiente... que baje de la cruz y  creeremos en él? Mofarse de Jesús...

¿Soy yo como aquellas mujeres valientes, y como la Madre de Jesús, que estaban allí y sufrían en silencio?

¿Soy como José, el discípulo escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con amor para enterrarlo?

¿Soy como las dos Marías que permanecen ante el sepulcro llorando y rezando?

¿Soy como aquellos jefes que al día siguiente fueron a Pilato para decirle: "Mira que este ha dicho que resucitaría. ¿Qué no haya otro engaño", y bloquean la vida, bloquean el sepulcro para defender la doctrina, para que no salte fuera la vida?

¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de estas personas me parezco? Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana. (Homilía en Santa Marta, 13 de abril de 2014.)

Rosario de hoy domingo.

Reza con nosotros el Rosario de hoy domingo por todas tus intenciones y por la sanación del mundo. Santo Rosario domingo por nuestras peticiones.

Santo Rosario de hoy.


Oración del día para el Evangelio de hoy.

Señor, como aquellas personas que te recibieron triunfante en Jerusalén, con alegría, palmas y cánticos, así también yo quiero recibirte en mi corazón. Tú eres el Rey triunfador. Como aquel burrito que te llevó en su espalda y mostró tu luz al pueblo, así también quiero ser portador tuyo. Amén. (Extraído de nuestro devocional diario de la oración del día para las lecturas de hoy)


Propósito del Evangelio de hoy.

Participaré, en todo lo que sea posible, de los oficios del Domingo de Ramos y la bendición de las palmas. Me mantendré en oración para recibir al Señor en mi corazón.

Sé valiente, renueva tus fuerzas.


Frase de reflexión.

"Quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y practicado, el ayuno ayuda a amar a Dios y al prójimo, porque el amor centra la atención en el otro considerándolo como una cosa sola con uno mismo". Papa Francisco.


Video reflexión del Evangelio de hoy.

Al meditar las lecturas de hoy domingo y después de haber leído el texto de Evangelio del día, escucha ahora la reflexión correspondiente a las lecturas de hoy con la meditación del Santo Evangelio de hoy Marcos 14,1-15,47, en audio. Palabra de Dios comentada para la vida diaria. "Hoy debemos cuestionarnos si queremos un rey que solo nos resuelva problemas o queremos real y auténticamente que Dios reine en nuestras vidas". Reflexión de las lecturas y el Evangelio de hoy.

Pulsa en el ícono de Play para comenzar a escuchar la reflexión de las lecturas del día para el Evangelio de hoy domingo.

Intenciones del Evangelio de hoy.

Rige tu vida con la Palabra de Dios. Al meditarlas lecturas de hoy con el Santo Evangelio del día en Marcos 14,1-15,47, profundizas en tu relación personal con Dios. La oración del día expresa una petición de transformación en el Evangelio de hoy. "Cristo es nuestro Rey que sufrió por nosotros para darnos la salvación eterna". Con la lectura de hoy domingo, pidamos por esas intenciones que quieres expresar. Escribe en los comentarios tus peticiones a través de las lecturas de hoy y su Palabra diaria en el Evangelio de hoy 28 de marzo, 2021. Paz y bien a tu vida.

Otros Evangelios del día.

Audio Evangelio: Fray Nelson Medina, O.P.

Redacción y edición: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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