Este sitio web utiliza Cookies para mejorar la experiencia de usuario, además de mejorar la velocidad y la seguridad del sitio durante su visita. Estas cookies se utilizan para adaptar el contenido de la web a las preferencias del Usuario del Servicio y optimizar el uso del sitio, las cuales permiten que el dispositivo reconozca al usuario y muestre adecuadamente el servicio ofrecido, adaptada a sus necesidades individuales. Puede retirar su consentimiento u oponerse al procesamiento de datos basado en intereses legítimos en cualquier momento haciendo clic en "Configuración" o en nuestra Política de Cookies en este sitio web. Te invitamos a leer nuestra política de privacidad
FACEBOOK
TWITTER
WHATSAPP
TELEGRAM
Categoría: Devociones y oraciones
Boletín diario del Evangelio de hoy por email

Día 8 de la Novena a la Inmaculada Concepción de María. La Virgen nunca robó la gloria a Jesús porque su misión era ser testigo de la gloria del Hijo de Dios.

Novena a la Inmaculada Concepción. Día 8: María es fortaleza.

La Virgen María, madre de Jesús, comúnmente conocida como María, Madre de Dios, Santa María, Virgen María y la Santísima Virgen María, es una de las figuras más admiradas en las Escrituras y considerada por muchos como la más grande de todos los santos cristianos. Para el octavo día de la Novena a la Inmaculada Concepción de María, meditamos sobre la fortaleza que debió tener esta niña Virgen al enfrentar cada uno de los retos que afrontó desde la maternidad, la persecución, los prejuicios.

La Inmaculada Concepción.

María fue una pequeña sierva dispuesta a hacer la voluntad de Dios, puesto que confiaba en Él y obedecía su llamado.

Si bien, la elección de María tuvo un gran honor, su llamado también requirió un gran sufrimiento. Aunque hubo alegría en la maternidad, hubo un gran dolor en el privilegio de ser la madre del Mesías. A pesar de estas cosas, ella respondió a Dios con gran obediencia y sumisión a su plan. La vida de María nunca le robó la gloria a su hijo Jesús, porque su misión era ser testigo de la gloria del Hijo de Dios.

La Inmaculada Concepción de María es una consecuencia directa de su Divina Maternidad. San Anselmo, Doctor de la Iglesia, escribió: "Seguramente, era apropiado que la Virgen fuera embellecida con una pureza que no puede ser concebida con una mayor, excepto la de Dios. Porque, hacia ella, Dios Padre estaba tan dispuesto a dar a su único Hijo que era naturalmente uno y el mismo Hijo común de Dios Padre y de la Virgen". (De conceptu virginali et originali peccato, XVIII)

Novena a la Inmaculada Concepción.

Para este octavo día de la novena a la Inmaculada concepción nos damos cuenta de que María fue una mujer realmente fuerte. Soportó el rechazo de su grupo de amigas quienes pensaban que había engañado a San José. Soportó la persecución, la huida, la inmigración. A continuación te indicamos el modo de rezar el día 8 de la novena a la Inmaculada.

Oraciones de preparación.

A continuación, tienes las oraciones de preparación para el octavo día de la Novena a la Inmaculada Concepción. Procuremos, en este día 8, un momento de silencio y meditar cada palabra en el corazón.

1. Señal de la Cruz.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

2. Acto de contrición.

Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

3. Oración inicial.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado. Acuérdate, Virgen Santa, que has sido hecha Madre de Dios, no solo para tu dignidad y gloría, sino también para nuestra salvación y provecho de todo el género humano.

Acuérdate que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu auxilio, haya sido desamparado. No me dejes, pues, a mí tampoco, porque si me dejas me perderé; que yo tampoco quiero dejarte, antes bien, cada día quiero crecer más en tu verdadera devoción. Alcánzame principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte. Además, dame la gracia particular que te pido en esta novena

Realizar aquí su petición.

4. Meditación del octavo día: María, fortaleza de los débiles.

La vida no es fácil para un hombre que aspira a una virtud muy fuerte. Las tentaciones del mundo son demasiado fascinantes.

En la juventud, la pasión juega como una llama ardiente. En el éxito, los falsos amores se abalanzan sobre él. En el fracaso, él es incitado a buscar el olvido en el pecado. Y siempre, como criatura de cuerpo y alma que es, él conoce sobre la guerra en cada uno de sus miembros, y como la ley de la carne siente codicia contra el espíritu.

Ningún hombre que está vivo y feliz en la conservación o recuperación de la virtud, deja de agradecer a una mujer: su madre lo más probable fue quien le dio los ideales de la pureza de la mujer... Fue el encanto quien lo mantuvo a salvo, la esposa que le dio amor puro consagrado en el altar, la monja que fue su maestra y amiga.

Y María... María, quien ha sido la Madre sin mancha de millones de hombres... María, quien ha sido tentada, la Virgen todopoderosa, la toda tierna y de amor inmaculado... María, quien podría mendigar a la pureza de su Hijo por los hombres atormentados y tentados... María, inspiración de los caballeros, escudo de los soldados, fortaleza de los débiles, refugio de los pecadores, gloria de los santos.

Oración del octavo día.

Oh, Virgen María, amada Madre de Jesucristo, nuestro Redentor, intercede por nosotros para que se nos conceda el favor que tanto pedimos en esta novena. Oh Madre del Verbo Encarnado, nos sentimos animados con la confianza de que tus oraciones en nuestro nombre serán escuchadas con gracia ante el trono de Dios. Oh Gloriosa Madre de Dios, en memoria de tu alegre Inmaculada Concepción, escucha nuestras oraciones y obtén para nosotros nuestras peticiones. Oh María de la Inmaculada Concepción, Madre de Cristo, tú tuviste influencia con tu Divino Hijo mientras estuviste en la tierra; tú tienes la misma influencia ahora en el cielo. Ruega por nosotros y obtén para nosotros la concesión de mi petición si es la Divina Voluntad.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Rezar tres Avemarías

Jaculatoria: "Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo".

5. Oración final a la Inmaculada Concepción.

Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, hiciste preparar una morada digna de tu Hijo, te suplicamos que, así como a ella la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte del mismo Hijo, concédenos también que, por medio de su intercesión, podamos llegar purificados de todo pecado a tu presencia. Por el mismo Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Novena a la Inmaculada Concepción.

El vínculo entre el privilegio de la Maternidad Divina y la Inmaculada Concepción de María, nos supera en mucho a todos nosotros. Ella es una imagen perfecta de la Iglesia en el Cielo, la nueva Jerusalén triunfante, de la que habla el Apocalipsis que no habrá dolor y muerte. Por eso el prefacio del día de su Fiesta recita: "... Ella debía ser una digna madre de tu Hijo, tu signo de favor para la Iglesia en sus comienzos, y la promesa de su perfección como esposa de Cristo, radiante de belleza".

En el cielo, María no es ni será nunca solo una discípula, sino la más exaltada de su Hijo. Ella es y será siempre la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia, la Reina de los Ángeles y los Santos. Cuando rezamos el día 8 de la Novena a la Inmaculada Concepción, podemos experimentar la fortaleza que tuvo María a lo largo de su relación con Dios. Su espíritu firme, apasionado, entregado y que todo lo guardaba en su corazón, hacen de ella una mujer única. A través del octavo día de la novena a la Inmaculada, contemplamos la fuerza de María. "La elegiste entre todas las criaturas para que sea nuestra abogada y nuestro modelo de santidad".

Adaptación y contenido agregado: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: Bellarmine Forum

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

Contenido publicado en Píldoras de fe - Para compartir de forma correcta este contenido use los botones de compartir en redes sociales disponibles para ello. Lea nuestro aviso para cualquier otra información: Términos legales - Pildorasdefe.net
Boletín diario del Evangelio de hoy por email
Apoya esta misión


Si crees que este apostolado ha sido de bendición para tu vida, y si está en tus posibilidades hacer una ofrenda voluntaria, de modo que sigamos llevando de forma gratuita esta buena obra, puedes hacerla a continuación.

Recursos de Utilidad