Papa Francisco: El confesor, también es pecador y necesitado de perdón, debe tener siempre una actitud de fe humilde y generosa
"Seamos custodios y jamás dueños de las personas y de la gracia... Seamos canales de misericordia en este tiempo jubilar": fueron palabras del Papa Francisco al recibir en audiencia a los participantes en el Foro interno organizado por la Penitenciaría Apostólica, dirigido a sacerdotes y seminaristas próximos a recibir la ordenación, con el fin de formarlos para administrar bien el Sacramento de la Reconciliación. En su discurso, el Papa Francisco expresó
La Misericordia del Padre
La misericordia antes de ser una virtud humana es la elección definitiva de Dios a favor de todo ser humano para su eterna salvación, sellada con la sangre del Hijo de Dios"
Esta divina misericordia puede alcanzar gratuitamente a todos aquellos que la invocan, y es abierta a todos como la más grande de las puertas santas porque coincide con el corazón mismo del Padre, que ama a todos sus hijos, en particular a quienes están alejados.
El Padre puede alcanzar a toda persona en muchos modos... Un camino cierto de la misericordia, a través del cual se pasa de la posibilidad a la realidad, de la esperanza a la certeza:
Este camino es Jesús, el cual tiene el poder en la tierra de perdonar los pecados. Por lo tanto el Sacramento de la Reconciliación es el lugar privilegiado para hacer experiencia de la misericordia de Dios y celebrar la fiesta del encuentro con el Padre.
El confesor es una canal de alegría
Los confesores somos instrumentos de la misericordia de Dios. No se debe obstaculizar el don de la salvación.
El confesor, también es pecador y necesitado de perdón, debe tener siempre una actitud de fe humilde y generosa. Sigamos el ejemplo de los santos Leopoldo Mandic y Pío de Pietrelcina.
Cada absolución es un jubileo del corazón que alegra al fiel y a la Iglesia pero sobre todo al mismo Dios. Por esto, es importante, que el confesor sea también un canal de alegría, que pueda liberar de culpas el corazón oprimido de los fieles.
En estos tiempos marcados por el individualismo y la tentación de encerrarse en sí mismo, debemos ser custodios y jamás dueños de las ovejas y de la gracia, volviendo a poner al centro, pero no sólo en este año jubilar, el Sacramento de la Reconciliación.