Papa Francisco: El demonio promete tantas cosas pero a la hora de pagar, paga muy mal, pero tiene la capacidad de seducir, encantar
El demonio El demonio nos seduce para después llevarnos a la ruina, siempre está trabajando en hacernos caer a todos, nunca descansa en su misión de llevarnos a la bancarota de nuestra alma y a la perdición. Él busca destruirte, busca tu muerte eterna y también la mía. El demonio no tiene compasión para con los hijos de Dios.
De esto mismo ha querido reflexionar el Papa Francisco en esta reflexión de su homilía.
"El demonio nos seduce para después llevarnos a la ruina. El demonio es mentiroso, es envidioso, porque por la envidia del diablo, de la serpiente, entró el pecado en el mundo. Y esta capacidad de seducción nos arruina". Este fue un pequeño fragmento de la exhortación que realizó el Papa Francisco durante su homilía de la Santa Misa realizada en la Capilla de Santa Marta
El Papa Francisco, haciendo referencia al Libro de Génesis, nos advirtió lo siguiente con respecto al demonio:
"La serpiente se presenta como un ser muy astuto, encantador, y que también posee la capacidad de fascinar, de fascinarte"
El demonio nos seduce para después llevarnos a la ruina.
En la Biblia también nos dice que el maligno es mentiroso, es envidioso, porque por la envidia del diablo, de la serpiente, entró el pecado en el mundo. Y esta capacidad de seducción nos arruina.
El demonio te promete tantas cosas pero a la hora de pagar, paga mal, es un mal pagador. Pero tiene esta capacidad de seducir, de encantar.
San Pablo se enoja con los cristianos de Galia que le han dado tanto trabajo y les dice:
"Pero, necios Gálatas, ¿quién los ha encantado? A ustedes, que han sido llamados a la libertad, ¿quién los ha encantado?".
Y a estos los ha corrompido la serpiente. Y ésta no es una cosa nueva, estaba en la conciencia del pueblo de Israel.
Jesús debe ser levantado ante todo mal.
Dios le pide a Moisés que construya una serpiente de bronce para que quien la mirara se salvara, se trata de una figura, pero también es una profecía, es una promesa, una promesa no fácil de entender porque el mismo Jesús explica a Nicodemo que:
"Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, de la misma manera debe ser levantado el Hijo del hombre, para que quien crea en Él tenga la vida eterna"
Aquella serpiente de bronce era una figura de Jesús elevado sobre la Cruz.
Pero, ¿por qué el Señor ha tomado esta figura tan fea, tan mala? Sencillamente porque Él ha venido para tomar sobre sí todos nuestros pecados y Él se ha convertido en el pecador más grande sin haber cometido ninguno.
Y al respecto de esto, San Pablo nos dice: "Él se ha hecho pecado por nosotros", retomando la figura, "Él se ha hecho serpiente". ¡Es feo! Él se ha hecho pecador para salvarnos, esto significa el mensaje, el recorrido de Jesús.
El camino de la humillación: camino cristiano, camino de cruz.
Dios se ha hecho hombre y se ha asumido el pecado. Y Pablo a los Filipenses explica este misterio:
"Aun siendo en la condición de Dios, Jesús no consideró un privilegio ser como Dios sino que se despojó a sí mismo, asumiendo una condición de siervo, llegando a ser semejante a los hombres; se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte en la Cruz"
Jesús se aniquiló a sí mismo, se hizo pecado por nosotros, Él no conocía el pecado. Éste es el misterio, podemos decir que se ha hecho como una serpiente, feo.
Mira la cruz de Jesús para vencer al demonio.
Cuando miramos a Jesús en la Cruz, hay bellos cuadros, pero la realidad es otra: estaba todo tironeado, ensangrentado por nuestros pecados. Éste es el camino que Él ha tomado para vencer a la serpiente en su campo.
Mirar la Cruz de Jesús, pero no aquellas cruces artísticas, bien pintadas: mirar la realidad, lo que era la cruz en aquel tiempo. Y mirar su recorrido y a Dios, que se aniquiló a sí mismo, se abajó para salvarnos. Este también es el camino del cristiano.
Si un cristiano quiere ir adelante por el camino de la vida cristiana debe abajarse, como se abajó Jesús. Es el camino de la humildad, sí, pero también el de llevar sobre sí las humillaciones como las ha llevado Jesús.
Que la Virgen María nos alcance la gracia de llorar de amor, llorar de gratitud porque nuestro Dios nos ha amado tanto que ha enviado a su Hijo a abajarse y aniquilarse para salvarnos.
