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Categoría: Celebración del día
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San Arsenio el Grande, luego de pertenecer a la nobleza, se convirtió en monje y se retiró a la vida de soledad como eremita, donde rindió su espíritu a Dios

San Arsenio el Grande. Monje penitente. Patrono de los maestros.

San Arsenio el Grande, conocido también como San Arsenio el Diácono o San Arsenio el Romano, fue un tutor imperial romano que se convirtió en un monje de Alejandría en Egipto, uno de los más respetados Padres del desierto, cuyas enseñanzas fueron muy influyentes sobre el desarrollo de la vida monástica y contemplativa.

Fiesta: 19 de julio.

Martirologio Romano: Cerca del monte Scete, en Egipto, san Arsenio, que, según la tradición, fue diácono de la Iglesia de Roma, y en tiempo del emperador Teodosio, se retiró a la vida de soledad, donde, lleno de todas las virtudes, rindió su espíritu a Dios.

Biografía de San Arsenio el Grande.

San Arsenio nació probablemente en Roma, en el año 354 D.C., cerca de Memphis, Egipto. San Arsenio fue uno de los monjes más famosos de la antigüedad. Sus dichos o refranes fueron enormemente estimados. Las gentes hacían viajes de semanas y meses con tal de ir a consultarle y oír sus consejos.

Cuando el emperador Teodosio, el Grande, buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, que era un senador sumamente sabio y muy práctico en los consejos que sabía dar. Y así, durante diez años, San Arsenio tuvo que estar en el palacio imperial tratando de educar a los dos hijos del emperador, Arcadio y Honorio.

Así entonces, San Arsenio se dio cuenta de que el uno era demasiado atrevido y el otro demasiado apocado, y desilusionado de ese fracaso como educador de los dos futuros emperadores, dispuso dedicarse a otra labor que le fuera de mayor utilidad para su santificación y salvación.

Y estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, San Arsenio escuchó una voz que le decía: "Apártese del trato con la gente, y váyase a la soledad".

San Arsenio el Grande se dispuso a ir al desierto, a orar y a hacer penitencia con los demás monjes de esa soledad. Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación.

El superior lo recibió fríamente, y al llegar al comedor, no lo hizo sentar a la mesa, sino que lo dejó de pie, junto a su mesa. Luego, en vez de pasarle un plato de comida, le lanzó una tajada de pan al piso, y le dijo secamente: "Si quiere comer algo, recoja eso".

San Arsenio se inclinó humildemente, recogió la tajada de pan y se sentó en el suelo a comer. El superior, al observar este comportamiento admirable, lo consideró lo suficientemente humilde como para ser recibido como monje y lo aceptó en el monasterio, diciendo a los demás religiosos: "Este será un buen hermano".

Así, San Arsenio había pasado toda su vida en el alto gobierno y en lujosos palacios, tratando con gente de mundo, y conservaba algunas costumbres mundanas que los otros monjes no hallaban como corregírselas, porque le tenían mucho respeto.

Entonces dispusieron irlo corrigiendo indirectamente, y poco a poco. Así, por ejemplo, él acostumbraba a montar la pierna, mientras estaba rezando en la capilla. Y los demás, para quitarle la tal costumbre, le dijeron a un monje joven que mientras rezaban tuviera la pierna montada, y que ellos le llamarían la atención por eso. Y así lo hicieron, regañando fuertemente al joven por esa actitud. San Arsenio entendió muy bien la lección y se corrigió.

Penitencias de San Arsenio el Grande.

Un día llegó un alto empleado del imperio a llevarle un documento en el cual se le comunicaba que un senador riquísimo le dejaba en herencia todas sus grandes riquezas, y que se fuera a reclamarlas. El santo exclamó: "Antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí en mis ambiciones y avaricias. No quiero riquezas mundanas que me impidan adquirir las riquezas del cielo". Y renunció a todo esto en favor de los pobres.

Con frecuencia, San Arsenio pasaba toda la noche en oración. Los sábados al anochecer empezaba a rezar de rodillas con los brazos en cruz y permanecía así hasta que caía por el suelo desmayado.

San Arsenio tenía 40 años cuando abandonó el palacio imperial donde tenía todas las comodidades, para irse a un tremendo desierto, donde todo faltaba. Desde los 40 años hasta los 95 años estuvo orando, ayunando y haciendo penitencias en el desierto, por la conversión de los pecadores, la extensión de la religión y el perdón de sus propios pecados.

Como hombre de mundo y de política que había sido, San Arsenio sentía una gran inclinación a tratar con la gente y a charlar con los demás, y, en cambio, hacía todo lo posible por retirarse del trato con todos, y vivir en la más completa soledad.

Cuando un día el superior le llamó la atención porque no se prestaba a quedarse a charlar con las numerosísimas personas que iban a consultarle, le respondió: "Dios sabe que los quiero con toda mi alma y que gozo inmensamente charlando con ellos, pero como penitencia tengo que abstenerme lo más posible de las charlatanerías. El Señor me ha dicho que si quiero santificarme tengo que hacer la mortificación de apartarme del trato con las gentes".

En verdad que a cada persona la lleva Dios a la santidad por caminos diversos. A unos los hace santos haciendo que se dediquen totalmente a tratar con los demás para salvarlos, y a otros les ha pedido que con el sacrificio de no tratar tanto con la gente, le ganen también almas para el cielo.

Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba a decir a las personas. Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas. Recordemos algunos de sus dichos:

  • "Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio". (San Arsenio)

  • "Siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador". (San Arsenio)

  • El religioso debe preguntarse frecuentemente: "¿Para qué abandoné el mundo y me hice religioso?, y responderse: Me hice religioso porque quiero santificarme y salvar mi alma. Si esto no lo consigo, he perdido totalmente mi tiempo". (San Arsenio)

Esta última frase ha conmovido a muchos santos. Por ej. San Bernardo de Claraval la tenía escrita así en su habitación: "Bernardo: ¿a qué viniste a la vida religiosa?: Quiero salvar mi alma y santificarme".

San Arsenio pedía consejos espirituales a monjes que eran muchísimo más ignorantes que él. Le preguntaron por qué lo hacía y respondió: "Yo sé idiomas, literatura, filosofía y política, pero en lo espiritual soy un analfabeta. En cambio, estos religiosos que no hicieron estudios especiales, son unos especialistas en espiritualidad y de ello saben mucho más que yo".

Un religioso le preguntó por qué los sabios del mundo que conocen tantas ciencias y han leído muchos libros son tan ignorantes en lo que se refiere a la santidad, y, en cambio, tanta gentecita ignorante progresa tan admirablemente en lo espiritual, y el santo respondió: "Es que la ciencia infla y llena de orgullo, y en un corazón orgulloso Dios no hace obras de arte en santidad. En cambio, los humildes conocen su debilidad, su ignorancia, y su insuficiencia, y ponen toda su confianza en Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación Nuestro Señor".

Muerte de San Arsenio el Grande.

San Arsenio era muy conocido por su presencia venerable. Alto, flaco, bien parecido, con una barba larguísima y muy blanca, su hermosa figura descollaba majestuosamente entre los demás monjes. Y su santidad superaba a la de los demás compañeros. Las personas lo veneraban inmensamente y sus consejos han sido apreciados por muchos siglos.

  • "Yo sé que he aprendido gran parte de griego y latín; pero yo aún tengo que aprender el alfabeto de cómo ser un santo." (San Arsenio)

San Arsenio murió en Troe, alrededor del año 450, y dejó a un compañero monje todas sus posesiones terrenales: un abrigo de piel, hojas de palma tejida en sandalias y una camisa de piel de cabra. "Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí" (Juan 15,4)

Oración a San Arsenio el Grande.

Apreciado San Arsenio el Grande, te ruego que me ayudes a llevar una vida sencilla y de pobreza como tú la elegiste. Ayúdame a ser un poco más como tú, para que pueda siempre servir con humildad al señor. Interceda por mí. Ayúdame a ser valiente y saber siempre lo que realmente es importante en la vida. Ayúdame a ser desprendido de las cosas terrenales y plantar mi mirada siempre en el corazón compasivo de Jesús. Amén.

Santos de la semana

Adaptación, contenido agregado y edición: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información extraída de: EWTN.com
Biografía de Santos - Celebraciones y Fiestas de la Iglesia

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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