San Quintín fue un misionero y mártir que deseaba que muchas personas conocieran y amaran a Dios: San Quintín es el santo patrono de médicos y capellanes
San Quintín, misionero mártir: Patrono de Médicos y Capellanes.
San Quintín, conocido también como Quintinus, fue un misionero mártir de la iglesia Católica que era hijo de un senador romano llamado Zeno. Según la tradición, San Quintín tenía el poder de sanación y de liberación y de él proviene la célebre frase: "se armó la de San Quintín". En el santo patrono de los médicos y de los capellanes. Tuvo tanto éxito en la predicación que fue encarcelado por el prefecto Rictiovarus, torturado, y luego llevado a Augusta, donde fue nuevamente torturado y luego decapitado.
Fiesta: 31 de octubre.
Martirologio romano: En la ciudad de Vermand, en la Galia, Bélgica, que más tarde recibió el nombre de la Francia moderna, San Quintín, mártir, quien, siendo hijo de un senador romano, sufrió el martirio en tiempos del emperador Maximiano. Cincuenta años más tarde, su cuerpo fue encontrado intacto debido a una revelación angélica.
Biografía de San Quintín.
San Quintín era hijo de un senador romano muy apreciado por la gente. Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quien lo bautizó.
El más grande deseo de San Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.
Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, San Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.
San Quintín: misionero y Evangelizador.
Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado San Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión.
San Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país.
San Quintín y sus dones de sanación y liberación.
Nuestro querido San Quintín había recibido de Dios el don de sanación, y así al imponer las manos lograba la curación de ciegos, mudos, paralíticos y demás enfermos.
San Quintín Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar los malos espíritus, y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del demonio al recibir la bendición de San Quintín. Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera.
Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más. Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicando y haciendo prodigios.
Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado.
San Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que, por lo tanto, para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.
Martirio de San Quintín.
El gobernador hizo azotar muy cruelmente a San Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas.
Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle. Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente. Entonces el gobernador ordenó poner preso otra vez a San Quintín, y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.
Su cuerpo fue enterrado dos veces en secreto, y dos veces fue redescubierto milagrosamente. Primero por San Eusebio de Roma, en una isla pantanosa, donde había permanecido intacto; más tarde, cerca de la ciudad de Augusta, por San Eloi. San Quintín permanece en gran honor en Francia, sobre todo, donde más de cincuenta y dos iglesias y otras tantas localidades fueron dedicadas a su memoria. San Quintín también es honrado en Bélgica y en Italia. Carlomagno y los reyes de Francia han ido a venerar las reliquias de San Quintín.
El culto a San Quintín fue muy importante durante la Edad Media, especialmente en el norte de Francia. Su tumba se convirtió en un importante lugar de peregrinación y muchos alcanzaron favores y milagros de sanación. San Quintín, ruega por nosotros y por todos los misioneros y evangelizadores de la Iglesia. Amén.
Por amor al Evangelio de Cristo, San Quintín siguió el ejemplo de muchos otros mártires de la historia. Con valentía y audacia, continuó en su predicación sobre Jesús, aun sabiendo el destino que le aguardaba. Al igual que muchos de los primeros mártires, San Quintín también se convierte en un gran ejemplo para todos nosotros hoy en día de no temer a los que pueden matar el cuerpo. Como dijo nuestro Señor: "El que salve su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará" (Mateo 16,25).
Oración a San Quintín.
Querido Señor Jesús, que todos seamos audaces en nuestro testimonio de ti, como lo fue tu siervo humilde San Quintín, no temiendo a los que pueden matar el cuerpo, sino esforzándonos por ser siempre fieles a ti, para que también nosotros podamos salvar nuestras almas y pasar la eternidad contigo. Por nuestro Señor Jesucristo, lo pedimos. Amén.
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