San Jerónimo, Doctor de la Iglesia, fue el traductor de la Santa biblia, desde el latín: La Vulgata fue la Biblia oficial de la Iglesia durante 15 siglos
San Jerónimo, Doctor de la Iglesia: Traductor de la Santa Biblia.
San Jerónimo fue un sacerdote, confesor, teólogo, historiador y líder monástico, venerado en la Iglesia Católica por haber realizado la traducción de la mayor parte de la Biblia al latín (la traducción que se conoció como la Vulgata). Tradicionalmente, es considerado como el más erudito de los Padres Latinos. San Jerónimo vivió durante un tiempo como ermitaño y luego se hizo sacerdote, sirvió como secretario del Papa Dámaso I y cerca del año 389 estableció un monasterio en Belén. Sus numerosas obras bíblicas, ascéticas, monásticas y teológicas influyeron profundamente en la Edad Media. Su lista de escritos es muy extensa.
Fiesta: 30 de septiembre.
Martirologio romano: Memoria de San Jerónimo, sacerdote y doctor de la Iglesia, nació en Dalmacia, hoy Croacia, un hombre de gran cultura literaria, hizo todos sus estudios en Roma y fue bautizado allí. Fue cautivado por el encanto de la vida contemplativa, abrazó la vida ascética y, cuando se fue al Oriente, fue ordenado sacerdote. De regreso en Roma, se convirtió en secretario del Papa Dámaso, y luego se estableció en Belén de Judá, se retiró a la vida monástica. Fue un doctor destacado en traducir y explicar las Sagradas Escrituras y participó, de una manera maravillosa, en las diferentes necesidades de la Iglesia. Finalmente, llegando a una edad avanzada, descansó en la paz de Dios.
Biografía de San Jerónimo.
San Jerónimo nació Dalmacia (Yugoslavia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma. Allí estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano.
Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido, pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos.
San Jerónimo pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.
San Jerónimo y la visión aterradora.
En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión perteneces? Él le respondió: "Soy cristiano católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano, sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras".
Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos".
San Jerónimo, el penitente.
San Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad, que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo).
Pero allá, aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie.
San Jerónimo y la traducción de la Santa Biblia.
De regreso a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a San Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más.
El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, nombró a San Jerónimo como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la Santa Biblia. Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.
San Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la Santa Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Únicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ejemplo La Biblia de Jerusalén y otras.
Ordenación Sacerdotal de San Jerónimo.
Casi de 40 años, San Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores
Toda la vida tuvo una manera de corregir muy dura, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón, el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: "¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!"
San Jerónimo, el peregrino.
San Jerónimo, sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.
Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual.
Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.
Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la Santa Biblia, San Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.
La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la Santa Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras.
El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la Santa Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.
Muerte de San Jerónimo.
El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.
Oración a San Jerónimo.
San Jerónimo bendito, Doctor de la Iglesia y traductor de la Santa Biblia, te rogamos que le pidas a Dios para que a nosotros se nos prenda o contagie ese amor tuyo tan inmenso por la Sagrada Biblia. Que nuestro corazón arda de deseo por estudiar, amar y practicar la Palabra de Dios. Bendice a todos los que en el mundo entero se dedican a dar a conocer y amar el Libro Santo. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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